La rica personalidad de Rafael Perera en sus múltiples facetas ha sido puesta de manifiesto por las numerosas reseñas que se han publicado en los medios de comunicación resaltando unánimemente su capacidad jurídica, hiperactivo en sus seis décadas de carrera, su bonhomía, su educación, la amistad verdadera, etc. -en definitiva- sobre tratarse de un personaje singular resaltando que no hubiera persona alguna que opinara en contra.

Coincidí con Rafael en la pasantía del famoso abogado Rafael Rullán y posteriormente en las reuniones semanales de carácter jurídico que teníamos cuantos habíamos tenido ocasión de trabajar en dicho afamado despacho, pudiendo constatar su capacidad jurídica -en especial sobre asuntos penales- a los que dedicó desde sus inicios sus inquietudes y que tanto prestigio profesional le han deparado tiempo después.

Como indico en el encabezamiento hay un aspecto de su vida que deseo destacar y es el referido a la defensa a ultranza de los valores y principios cristianos, fruto de su formación en el Colegio de Montesión, Congregación Mariana, etc. y que ha mantenido a ultranza durante toda su vida y que nos inculcó -a mí entre ellos- en la candidatura que presentó como Decano del Colegio de Abogados en el año 1981 y en las numerosas reuniones que al efecto tuvimos, así p.e. en su finca de S’Esgleieta.

La hemeroteca de Diario de Mallorca, entre otras, puede dar fe de los numerosos artículos que con gran rapidez publicó Rafael en defensa de sus indicados principios en cuanto había motivos para ello debido a otras opiniones de distinto sentido.

No resulta de extrañar por ello que el funeral celebrado el lunes 23 en la Iglesia de la Santísima Trinidad lo concelebraran hasta un total de 16 sacerdotes y entre ellos el vicario general del Bisbat de Mallorca. Josep Adrover en representación del Obispo, recordando la disposición perenne de Rafael en ayudar de manera discreta en todo lo que le pidiera desde un sentido de la justicia que iba más allá de los jurídico y que abarcaba el perdón y la misericordia; hecho insólito en Mallorca -en cuanto al extraordinario número de concelebrantes- tratándose del óbito de un seglar y no religioso que reafirma, si cabe aún más, la sólida formación y profundo sentimiento religioso y la defensa a ultranza de sus principios y valores cristianos que practicó Rafael durante toda su vida y que recordamos cuantos tuvimos ocasión de conocerle, por lo que no tengo la menor duda que ya disfruta de su lógica correspondencia en el otro mundo. Hasta siempre Rafael.