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Matías Vallés

Oblicuidad

Matías Vallés

Lucian Freud es la exposición descarnada del año

Suele utilizarse para los libros, pero también sirve para el arte: Si solo vas a ver una exposición en 2023, que sea la de Lucian Freud en el Thyssen, con motivo del centenario del nacimiento del berlinés que como su propio nombre indica era nieto de Sigmund Freud. Su fama de Lotario es tan acentuada que alivia recordar que cuando visitó a Picasso con su pareja de turno, el fauno malagueño subió al palomar con la mujer. La estancia de ambos en la azotea fue tan larga que, al bajar, nunca se volvió a hablar del asunto.

Si te retrataba Lucian Freud, siempre salías perdiendo. Pintaba la carne sin ninguna de sus distracciones, en alguna ocasión esporádica no se acostó con sus modelos. Entre las excepciones a esta regla figura su busto de Isabel II a principios de este siglo. Muestra a la reina recién salida de un combate de boxeo, y no de ser lamida por sus corgis. El artista nunca le perdonó que se resistiera a las infernales sesiones de posado, su condena fue un rostro que parece extraído con un desatascador. El artista elegía arbitrariamente a sus personajes. Madonna lo acosó infructuosamente para que la retratara, Kate Moss tuvo más suerte, no olviden a Jerry Hall.

La avidez por el dólar de Francis Bacon (en todo artículo sobre Freud ha de calcularse cuánto tiempo se tarda en mencionar a su pareja indisoluble), o del artista ahora homenajeado por el Thyssen, no debe confundirse con desapego. Fue el segundo quien proclamó que «quiero estar por encima de toda comparación». Estuvo a punto de lograrlo, solo enfurece a los pintores que no saben dibujar. Ambos británicos disolutos mostraban una propensión alarmante a retratar a personas acostadas, no siempre antes de compartir su lecho.

Bacon odiaba pintar frente a sus modelos, por eso trabajaba a partir de fotografías. Freud torturaba a sus víctimas en sesiones interminables, se han escrito libros recontando la experiencia, como el valioso Hombre con una bufanda azul. La exposición del Thyssen arranca de los dos retratos del esposo de Carmen Cervera, uno de ellos requirió dos años de posados. Los retratos de Freud provocan la misma impresión que una camisa arrojada con descuido sobre un sillón. Su obra más depurada muestra dos huevos en un sencillo recipiente. Equivalen al búho de trazo grueso del mismo Picasso del principio, el referente de todos los artistas que quisieron acabar con él para ser como él, incomparables.

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