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Yolanda Román

La vuelta a la oficina… o no

Gracias al teletrabajo, el fin de las vacaciones sigue siendo sinónimo de la vuelta al cole, pero no así de la vuelta a la oficina, al menos para quienes tienen la fortuna de disfrutar de ambas cosas, vacaciones y teletrabajo. A trabajar desde casa -de manera habitual, no como algo excepcional- nos enseñó a la fuerza la pandemia y el confinamiento. De la noche a la mañana, edificios enteros quedaron desiertos y mudos, fantasmagóricos como barcos hundidos en el fondo del mar. Resulta lejano y extraño pensar en aquellos días de oficinas vacías.

Con la vuelta a la normalidad o nueva normalidad, las oficinas han recuperado parte de su vitalidad y trasiego habitual, pero no toda. A pesar de que muchas empresas se han esforzado por restablecer el trabajo presencial como norma y que a muchos CEO no termina de gustarles la dispersión, parece que, como se anunciaba, el teletrabajo sí vino para quedarse.

Muchos expertos y asesores del mundo empresarial insisten en que las organizaciones deberán continuar adaptándose a este cambio y establecer al menos fórmulas híbridas de trabajo, presencial y remoto, ya que para una parte de la fuerza laboral la flexibilidad es ya una condición innegociable. Los datos parecen confirmar la tendencia, pero está por ver la magnitud real de ese cambio.

Por una parte, el trabajo remoto, a distancia o desde casa, no es una posibilidad para la mayoría de los trabajadores. Según una encuesta del INE de finales de 2022, el 67% de los ocupados no tendrían la posibilidad de teletrabajar. Cabe anticipar que el continuo proceso de digitalización de la economía y de las formas de producción, la automatización y la robotización de muchos procesos y servicios, hará crecer ese porcentaje en los próximos años o décadas, con la desaparición de algunos trabajos y el surgimiento de otros nuevos, más tecnológicos. Habrá que analizar esa evolución, pero parece lógico pensar que en el futuro más personas tendrán la posibilidad de teletrabajar o, visto de otra forma, más trabajos podrán realizarse desde los hogares o en otros espacios de la elección del trabajador, incluso al aire libre.

De momento, el teletrabajo es un privilegio para las clases más formadas y las ventajas parecen evidentes. Suelen destacarse sobre todo dos: el tiempo y el dinero ahorrado en desplazamientos y la mayor facilidad para conciliar la vida profesional y personal, la familia y el ocio.

Sin embargo, hay un dato sorprendente que también habrá que ver cómo evoluciona y analizar en términos de bienestar y salud, ya que podría estar indicando que, además de ventajas, el teletrabajo también puede tener un lado oscuro. Según varios informes, el teletrabajo incrementa significativamente la productividad. De manera general, las personas que teletrabajan pierden menos tiempo, trabajan más horas y son casi el doble de productivas. Menos interacción con los compañeros y menos distracciones se traducen en más llamadas y tareas realizadas por minuto. Suena bien, pero… ¿está usted pensando lo mismo que yo?

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