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Felipe Armendariz

Bartomeu Bennàssar y el cucharero

Hay jornadas en las que el diario viene estupendo, sabroso. Tal ocurrió el pasado uno de enero. No hubo forma de empezar mejor 2023 que leer, en la misma edición de Diario de Mallorca, sendas entrevistas al sacerdote Bartomeu Bennàssar Vicens y al cucharero de Manacor Basilio González Portugal.

La mañana del primer día del año es un tiempo tranquilo. La mayoría de los mallorquines duermen y por la calle tan solo transitan algunos entregados dueños de perros. Bennàssar y González no dormitan. Al contrario, trabajan con ahínco, cada uno en lo suyo y como lo han hecho durante décadas.

El prestigioso teólogo de Felanitx (cuna de grandes personajes) nos hizo un valioso regalo navideño, especialmente a los creyentes. ¿Dónde está Dios en el siglo XXI?, se preguntan muchos. La respuesta no es fruto de la improvisación o de la frivolidad. «Cada vez que hay un gesto de aproximación, de perdón, de reconciliación, de pacificación, entonces allí está Dios», nos dice.

En tiempos de cainismo político; de guerras salvajes; de populismos; de «golpes de estado» como los de Brasil y de ajustes de cuentas, es bueno saber dónde está el Creador.

«El tenedor y la cuchara ya están dentro de la madera antes de empezar a tallarla», nos explica González, un artesano que nunca ha cobrado por sus trabajos. «Si me trae la madera, le haré una cuchara o un tenedor (gratis total)», añade esta bondadosa persona.

Bennàssar lleva años tallando, puliendo el alma de la humanidad, también de manera altruista. Si el manacorí produce 200 piezas al año, el felanitxer acumula una ingente obra editorial y un fructífero trabajo de pastoral en las parroquias y destinos que ha ocupado.

«Hoy confesarse no debería ser contar tus pecados a otro, con quien no tienes por qué confiar, sino pedir perdón a quien has ofendido». ¡Cuánto cuesta excusarse, reconocer los errores propios y reconciliarse! Somos orgullosos, engreídos y pendencieros. Nos hace falta una gran dosis de humildad y empatía.

El presbítero y el tallista son dos jóvenes, pese a sus 86 y 93 años, respectivamente. Viven el presente trabajando en lo que les gusta y nos explican que el truco está en la paciencia.

«Lo verdaderamente cristiano es lo local», receta el premio Ramon Llull 2002. El sacerdote sabe que el futuro de la decadente Iglesia está en las modestas comunidades, no en los suntuosos palacios episcopales o en los «museos» vaticanos. «La Iglesia real se da en las pequeñas asambleas, en los pequeños pueblos. No por ser más grande una comunidad, habrá más Dios en ella».

Es una vuelta a los orígenes, a la hermandad auténtica entre los creyentes. A discutir entre iguales y avanzar juntos en grupos reducidos. Por supuesto que el teólogo apuesta por dar un papel principal en la nueva ruta a las fieles. «Mujer, tienes razón», sintetiza aprovechando unas palabras de Jesucristo.

Si González santifica su vida ocupándose cinco horas por jornada en su pequeño taller, Bennàssar nos alerta de que decir «bon dia» a un desconocido es una manera de orar «siempre que sea un deseo, o, mejor, una manera de dar algo». ¡Qué recetas más fáciles!

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