Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Los cachorros del nuevo fascismo o «patriotas» de la bandera

Lo ocurrido en el colegio La Salle es mucho más que un síntoma, es la constatación de que la extrema derecha, también en Mallorca, anda crecida, amenazante

Víctor Sánchez del Real. Chema Moya

El falangista Jorge Campos, líder de Vox, arenga el domingo en la plaza de Cort afirmando que los adolescentes del colegio La Salle que se enfrentaron a la profesora y a la dirección del centro (miserable y cobarde reculada la suya) por el asunto de la bandera constitucional de España son «patriotas» a los que, además de aplaudir, hay que defender. La extrema derecha obtiene ventajas políticas del incidente; mejor dicho, de lo que es algo distinto, porque manifiesta que estamos asistiendo a la efervescencia de un amplio movimiento neofascista, de un populismo trumpista, dicho sea para entender de lo que estamos hablando, que en España contiene muchos de los mimbres necesarios para desembocar en nefasta quiebra política, social e institucional. No rebajemos su importancia. No caigamos en la displicencia de relatarlo como simple incidente. En La Salle, al igual que en otros centros concertados a los que acuden mayoritariamente los hijos (as) de las clases medias acomodadas, la llamada clase media alta, se atisba el nuevo fascismo. Sus cachorros, adolescentes de 16 años, con el fútbol, manejan el argumento para hacer lo que les importa: exhibir la bandera, patrimonio exclusivo; lo hacen, desafiantes, contraviniendo las directrices del colegio, que no admite más que «el crucifijo», con lo que se explique por qué diantres hay que concertar a esos centros con dinero público. Los cachorros se han destapado. Sus padres, también. La profesora (mala suerte la suya al impartir catalán), a la que le faltó cintura, saber bandearse, ha sido moralmente linchada. La redes sociales se han salido de madre. La agresividad alcanza cotas inauditas: se han proferido literales amenazas de muerte. Los balbuceos de la dirección del colegio, puesta contra las cuerdas, ilumina la magnitud del problema.

La reacción de los partidos políticos ha sido la prevista: apoyo cerrado de Vox a los alumnos y a sus soliviantados padres; repulsa radical de la izquierda y el PP en tierra de nadie, acogotado por la nueva fuerza que adquiere Vox. ¿No habíamos convenido que estaba de capa caída? No parece observando cómo contagia un día sí y otro también al moderado Feijóo, incapaz de sustraerse al constante abrazo del oso que le propina.

Enlacemos, porque es obligado, lo del colegio La Salle con lo vivido en el Congreso de los Diputados, donde un diputado de Vox, Víctor Sánchez del Real, mostró la hosca cara del nuevo fascismo hispano, en todo tan similar a la de los años 30 del siglo XX. En la tribuna, desafiante, retó a las izquierdas, nacionalistas y demás traidores a la patria, señalándose la nuca; se abrió la americana para anunciarles que espera impertérrito a quienes vayan a ir a por él. Ese es el discurso. Esos los métodos. Repasemos las actas de las sesiones de las Cortes de la Segunda República tras la victoria electoral del Frente popular en febrero y marzo de 1936. Se descubren tantas semejanzas entre las encendidas soflamas de entonces y lo que se vocifera hoy que inquieta. Cierto que 85 años transcurridos son muchos, que aquellos tiempos, los que trajeron el golpe de Estado y la Guerra Civil, no son los de hoy. No pueden serlo. Pero el ambiente no difiere en demasía: se vulnera la Constitución; se insulta en el Congreso y en el Senado; se machaca al adversario, que ha dejado de serlo para adquirir la condición de enemigo, y al presidente del Gobierno no se le concede la legitimidad que obtuvo en las elecciones y la posterior investidura del Congreso de los Diputados. Todo tan parecido a lo que sucedió en la primavera de 1936. Hoy no hay muertos de por medio. El Ejército no conspira. Está la Unión Europea. Existe la OTAN. Todavía no se han creado estados fascistas en la convulsa Europa. España no vive al margen de las corrientes mundiales imperantes. En cualquier caso, mejor andar un tanto despiertos, no dar por hecho que las instituciones aguantarán lo que se les eche. El futuro es impreciso. Anda nervioso. Lo imposible a veces acontece. Cuando llega no hay reacción posible.

Compartir el artículo

stats