Fútbol es cada vez más que fútbol. A la controversia internacional por la elección de Qatar como país anfitrión del Mundial, debido a la vulneración de los derechos humanos, se suma ahora en Mallorca un nuevo frente. Treinta y dos estudiantes de Bachillerato de la Salle se quedaron sin las dos últimas clases del viernes y fueron expulsados hasta mañana lunes tras enfrentarse con su profesora de Catalán por pedirles que sacaran del aula una bandera de España con una leyenda de apoyo a la Selección. Algunas familias se muestran indignadas con la medida disciplinaria y piden una intervención de la Inspección Educativa por excesivo y porque no se les informó de lo ocurrido con sus hijos, de 16 y 17 años. El centro aleja todo atisbo de guerra ideológica que algunos pretenden alentar, subrayando el hecho de que la profesora sea de Catalán, como prueba de cargo.

Esto no va ni de fútbol ni de banderas, va de educación. La Salle justifica la decisión como respuesta a «un acto de insubordinación deliberada» de alumnos que actuaron en masa, que «coaccionaron a una alumna» por hacer ademán de obedecer la orden y que llegaron a «vitorear y aplaudir con sorna» a la docente cuando gestionaba la crisis con el equipo directivo. Según exponen los compañeros de la profesora, la colocación de distintivos del evento deportivo había quedado limitado a los días de partido de la Selección y el día de autos, 25-N, España no jugaba.

La medida adoptada por La Salle está en la línea con las implantadas en muchos centros educativos de Mallorca, que han ampliado la restricción de acceso a webs, para evitar fugas de atención en las clases ante un acontecimiento que suscita gran interés, y que las actuales tecnologías permiten seguir en directo y en diferido desde múltiples dispositivos. El Mundial, por mucha pasión que desate, no se disputa en las aulas ni en el trabajo, tiene otros ámbitos y momentos relacionados con el ocio personal y colectivo. Para eso ya están bares y balcones, que han ayudado a normalizar con el fútbol el uso de la bandera.

El corpus académico debe mostrar cintura y empatía con los jóvenes para atender sus inquietudes y demandas, pero también tiene la obligación de transmitir la importancia de cumplir con las normas de convivencia pactadas y de respetar a la autoridad legítima, en este caso la autoridad docente. Familias y profesorado deben ir de la mano para inculcar principios y valores a las nuevas generaciones, para fomentar el espíritu crítico y alejarlas de comportamientos en manada. La reunión convocada para mañana lunes en el colegio debería servir para aclarar los términos de lo ocurrido, corregir los errores detectados -como la falta de comunicación a las familias-, asumir las responsabilidades que puedan derivarse y reforzar el compromiso de todas las partes implicadas con la educación, sin caer en tentaciones demagógicas.

Esto no va de fútbol ni de banderas, por mucho que Vox intente pescar en río revuelto cual tahúr de la pradera. Oportunismo y manipulación del conflicto. Apología de la sedición, en las aulas. Lo de las amenazas de muerte a la profesora, de juzgado de guardia.