Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Miguel Vicents

Banderas de nuestros padres

No todo está perdido si en un colegio de Palma las faltas de respeto a cualquier miembro de la comunidad educativa y especialmente a la figura de autoridad que representa el docente todavía son líneas rojas que no se pueden traspasar. Si aún hay normas y obligaciones que los escolares deben atender y si a un acto de insubordinación colectiva le corresponde un castigo proporcional. Ocurrió el viernes en el colegio La Salle de Palma. Treinta escolares de primer curso de Bachillerato desobedecieron a su profesora de catalán, que siguiendo el acuerdo adoptado por el claustro de profesores, les recordó a los chicos que la bandera de España que habían colgado en el aula para animar a la Selección en el Mundial de Qatar debía ser retirada ya, pues no era día de partido, los únicos en el que el centro tolera este tipo de distintivos. En su defensa de la bandera los jóvenes faltaron al respeto a una compañera que se disponía a obedecer a la profesora y a la propia docente de forma grave. Y el colegio suspendió las clases y los mandó a todos a casa hasta el lunes.

Que un adolescente de 16 años se comporte todavía como un niño entra dentro de los previsible, que lo hagan los adultos, convirtiendo una insubordinación escolar en una ridícula guerra política de banderas, identidades y prejuicios, es decir de pasiones y no de razones, resulta lamentable. Y una gran falta de responsabilidad con los escolares y el colegio en el que estudian. Las redes sociales, donde el conflicto lleva instalado desde el viernes, están llenas de odio y plagadas de pirómanos dispuestos a encender cualquier mecha en busca del fanático dispuesto a formular una amenaza. Un poco de mesura sería más recomendable si el debate tiene todavía algún componente educativo.

Compartir el artículo

stats