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José Francisco Conrado de Villalonga

Los árboles no dejan ver el bosque

El ficus no deja ver la Almudaina desde s'Hort del Rei DM

El título de este artículo se justifica porque creo que en el momento de enfrentar algún asunto importante hay que tomar distancia y ver el problema en su conjunto. No tengo el gusto de conocer a los miembros de Arca, pero sigo a través de la prensa sus informes sobre protección del patrimonio y debo de confesar que normalmente suelo estar de acuerdo con lo que dicen y hacen, por lo que vaya por delante, que tienen mi apoyo moral y mi reconocimiento por su labor en favor de paisajes, inmuebles, monumentos… que, por su naturaleza, carácter histórico, arquitectónico o artístico merecen ser conservados. Forman parte del patrimonio de Mallorca, cuya historia y cultura deben de contar con nuestro respeto y conservación. Creo que ellos y yo fuimos los únicos que defendimos la preservación del monolito de «Sa Faixina», contra detractores y destructores, que eran muchos. Hoy leo en Diario de Mallorca una nueva denuncia, la ocultación del Castell de Bellver y de Sa Lonja a causa del arbolado que encubre ambos monumentos. Vaya por delante que estoy a favor de los árboles y lo tengo acreditado. He reforestado generosamente arbolado en zonas rústicas propias y con ello protegido varias hectáreas de espacios rústicas -de escaso rendimiento agrícola-, por lo que no soy sospechoso de ser «arboricida», más bien todo lo contrario.

Dicen los de Arca que los árboles, -en el caso de Bellver, pinos, y en el caso de Sa Llonja un ficus enorme, impiden la visión de dos monumentos importantes, y yo añado a estos dos otros, el Palacio de la Almudaina cuya visión desde la Avinguda de Antoni Maura ha quedado cegada por el crecimiento desmesurado de varios ficus de S’Hort del Rei. También se puede incluir en la llamada de atención un enorme platero que dificulta la contemplación del edificio del Grand Hotel, exponente y magnífica representación del modernismo en Mallorca, obra de Domenech y Montaner.

Tenía pendiente una entrada, o reflexión sobre este tema. Cuando lo he comentado he encontrado general conformidad y receptividad a esta simple preocupación. Por ello una vez más agradezco la intervención de Arca. Una reflexión sobre la escasa sensibilidad de los responsables del cuidado de la ciudad, es desgraciadamente acertada, necesaria y conveniente. Cuando un árbol tapa la visión de lo que es de mayor interés no nos encontramos ante un dilema, árbol o monumento, estamos ante un problema de compatibilidad, entre uno y otro, concurrencia que es siempre posible. Nadie pediría la tala de un árbol de forma gratuita, lo cual sería innecesario y abusivo, sino entresacar o podar sus altas copas para que no oculten el monumento protegido, no hace daño al árbol y si favorece al monumento. La barrera vegetal no puede ser a modo de pantalla, pues entonces nos encontraríamos ante un problema de ocultación de la grandiosidad y belleza de un edificio o de disminución de la necesaria perspectiva que brinda la distancia. Para mí, la belleza de determinados enclaves, - tal vez, en mi caso, deformada por ser amante del patrimonio, flora y arquitectura-, necesita de un espacio que permita admirar la piedra, la arquitectura y la vegetación a la vez. Lo verde refuerza la belleza del conjunto siempre que este equilibrado en el espacio.

No veo contradicción alguna entre árboles y monumentos sino más bien todo lo contrario. Entresacar o podar árboles o inclusive plantar árboles de sombra de menor porte, densidad y altura no solo es proteger la visión de los monumentos sino incluso puede favorecer la propia vegetación.

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