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Monti Galmés

El turismo y los gatos

En tiempos de masificación, con calles oficialmente degradadas, los turistas que no hacen botellón, se entretienen paseando por las zonas residenciales observando con curiosidad a los ciudadanos locales, como viven, donde viven, que coche tienen. Es como si se tratara de un zoo. Es comprensible que para entretenerse busquen la alternativa al Hotel de sol y playa, pues según los datos de Quadernos de Gadeso de este mes de septiembre, las notas de satisfacción del turista en Mallorca son en alojamiento (6,4), oferta complementaria (5,1), Serveis públics (4,4), infraestructuras (4,0), entornos (4,5) y de promedio (4,9). Estos comentarios suspenden claramente los servicios recibidos en relación con los esperados. En contradicción, hay empresarios relevantes que se refieren a una temporada memorable, histórica, desde el punto de vista económico, lo cual es en general también cierto, a pesar del IPC. En resumen, los clientes están descontentos, ¡pero se ha hecho caja y l’any que ve ja veurem que passa!

Como decía, hay turistas que sufren por la masificación y buscan alternativas y nuevas impresiones por las calles adyacentes de sus lugares de alojamiento, y es allí donde aparecen los gatos. Efectivamente en zonas residenciales hay verdaderas colonias de felinos, muchas de ellas atendidas por ciudadanos del norte europeo. Es conocido y en parte tolerado, que los mencionados turistas alojados en hoteles, antes de irse de paseo han sacado del buffet, empaquetado con servilletas, media docena de lonchas de jamón cocido, de queso o salchichón. Los gatos se lo merecen, ¡los latinos no aman a los animales!, presuponen acariciando a los mininos mallorquines en los parques o en las aceras, ofreciéndoles el jamón mientras les hablan en su idioma y a pesar de ello parece que se entienden. ¿Será verdad que el gato autóctono es multilingüe?

El hecho es que el otro día cuando iba a comprar pastillas Juanola a la farmacia, me entretuve para contemplar y escuchar una discusión entre una pareja alemana y un matrimonio indígena. Los germanos habían descubierto una gata con seis crías en el seto de la pared de la casa de los residentes, les habían alimentado en un plato del hotel con los productos seleccionados en el buffet y ahora intentaban convencer o más bien exigían a estos vecinos que se ocuparan de los gatos. Los indígenas, situados detrás de la verja de entrada a su casa, les decían en esperanto, «no posible yu comen con food, gatos salvajes, ¡no son nuestros!», los visitantes en contradicción les requerían responsabilidades. Mientras tanto la familia gatuna estaba tumbada en la pared observando a los humanos sin mostrar interés. Al final de la discusión la señora extranjera le entregó un papel a los indígenas con la dirección de mail escrita, exigiendo que la informaran en unos meses de las atenciones que los gatitos hubieran recibido y añadió una velada amenaza, «wir kommen wieder!» (¡volveremos!) y siguió su ruta exploratoria.

Mientras tanto, por estos mismos lares, los restaurantes de la zona turística planifican ya el cierre para mitad de octubre, o quizás a finales de mes. Hemos trabajado mucho, dicen, la temporada ha sido muy dura y los camareros y cocineros quieren descansar. La mayoría de hoteles están también en las mismas circunstancias, es cuestión de tres o cuatro semanas más. No es rentable seguir con el negocio abierto, en noviembre nadie Visit Mallorca. Además, está Putin molestando mucho. Sin olvidar el cambio climático. Y por añadidura, el IMSERSO solo ofrece 23 euros por persona y día en pensión completa, no vale la pena, ¡we close! Como cada año, los acuíferos tienen que regenerarse.

Habrá que ver quién se ocupará de los gatos.

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