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Matías Vallés

Exclusiva de Diario de Mallorca: el gran secreto de Giorgia Meloni

Matías Vallés

El gran secreto de Meloni

Giorgia Meloni. Reuters

A Giorgia Meloni no le alcanza ni un átomo de responsabilidad por la condena a nueve años de cárcel, por narcotráfico a gran escala, recaída en Mallorca sobre su padre Franco Meloni. Sin embargo, la futura primera ministra italiana ha utilizado profusamente como plataforma electoral a su familia y a su experiencia íntima. En esta exaltación del núcleo de convivencia que forma el eje de su candidatura de ultraderecha, ha ocultado cuidadosa y curiosamente en decenas de entrevistas la peripecia paterna con una tonelada y media de marihuana.

La ganadora de las elecciones italianas publicó el año pasado su autobiografía, Io Sono Giorgia, con el esclarecedor subtítulo de «Mis raíces y mis ideas». En más de 300 páginas dedicadas a su trayectoria vital había espacio suficiente para desvelar la condena a su padre, en especial en un volumen donde se anuncia desde el principio que se dispone a difundir sus orígenes. No existe mención alguna al respecto. 

La condición de narcotraficante de su progenitor es el gran secreto de Meloni, porque en el extracto promocional de su autobiografía se detalla que la gobernante de ultraderecha se remansará en «el dolor por la ausencia del padre». De hecho, la futura primera ministra ha narrado con todo lujo de detalles, con el corazón en un puño y con las oportunas lágrimas ante las cámaras de televisión, sus viajes a Canarias para visitar a Franco Meloni. 

En la versión de la líder de ultraderecha, puesta ahora en cuestión por su amnesia selectiva, el último encuentro paternofilial en la isla de La Gomera tuvo lugar «cuando yo tenía once años, y él me hace un discurso que no se le debe hacer a una niña y yo le dije que ‘No te quiero ver nunca más’». En honor al rigor del que Meloni se autodispensa, existen otras versiones también documentadas en que la ultraderechista atribuye la frase definitiva a su padre.

La memoria de la líder de Hermanos de Italia, que incluso en la denominación de su partido recurre al vínculo familiar, flaquea hasta extinguirse en la transición de su padre de Canarias a Balears. La singladura del velero con tonelada y media de hachís no figura en la autobiografía ni en las numerosas entrevistas en que la política ha explotado su peripecia personal. De hecho, ha utilizado «la ausencia del padre» para explicar su apego radical a la familia, y el aborto que barajó su propia madre como justificación para su política antiabortista. El narcotráfico llevado a cabo por su progenitor le hubiera servido de trampolín para impulsar una política contra las sustancias prohibidas.

La futura primera ministra italiana utilizó a su familia, ocultando la condena a su padre por narcotráfico

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La hipótesis de mínima credibilidad de que Meloni ignorara las andanzas de su padre más allá de sus once años, se deshace porque la futura presidenta del consejo de ministros de la tercera economía europea recupera la imagen paterna con motivo de la muerte de Franco Meloni, a causa de una leucemia. Admite que «cuando mi padre falleció, no conseguí experimentar ninguna emoción, es como si hubiera sido un desconocido». La contención expresiva no es el rasgo dominante de la capitana de Fratelli, por lo que en otras entrevistas ha equiparado la extinción paterna con «la desaparición de un personaje televisivo». Siempre, sin una sola mención al narcotráfico.

El agujero biográfico de Meloni provocaba cierta perplejidad entre sus entrevistadores, pero hasta ahora no se había rellenado un secreto que contrasta con el artificial deseo de transparencia de la primera mujer que alcanza el palacio Chigi. La ganadora de las legislativas italianas no estaba quizás al tanto de la cotidianeidad de su progenitor embarcado en aventuras de riesgo, pero la omisión del trance fundamental apunta a una elaborada operación de secretismo.

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