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Matías Vallés

Lesmes desea elegir a los políticos

La aspiración de todas las jerarquías subsidiarias y subsidiadas, de obispo a alto magistrado, consiste en controlar los documentos más importantes del país, el BOE y el ¡Hola! Sin detenerse en ejemplos recientes, el discurso ofensivo de Carlos Lesmes ante el Rey, obligado a escucharle enmudecido, transparenta la voluntad del Überjuez de elegir a los políticos a quienes abofeteó sin posibilidad de réplica. Curiosa interpretación de la neutralidad judicial y del debate democrático. Para su desgracia, la dimisión que amagó el jefe Supremo genera menos revuelo ciudadano que la continuidad del seleccionador de fútbol femenino.

Lesmes arrancó populista al destacar el éxito de la justicia española en banqueros al banquillo, pero pronto se desvió contra los catalanes, ministros progresistas y partidos democráticos en su conjunto. En su entrada en campaña política, ha traicionado al PP colocándose a su derecha. Impresionó su desprecio al Rey que en teoría presidía el acto. Cuando empezó a jactarse de haber acabado con la corrupción, manipulando el CIS más que Tezanos, el hijo del judicialmente exonerado Juan Carlos I interrogaba con su rictus, «¿seguro que quieres continuar por ahí?»

Lesmes no leyó el discurso de un candidato al Constitucional, sino a La Moncloa. Como buen tertuliano, esto lo arregla él con dos patadas. En un acto apolillado y con la humorada de celebrarlo en la sala del Supremo que pasará a la historia por el juicio a los independentistas, no comparó el mandato caducado del Consejo con un equipo quirúrgico que debe seguir operando fuera de horario, sino con un Gobierno en funciones que no debe dimitir. Gobernar, la pasión de los poderosos de mentirijillas. Según Lesmes, no hay ni juez sucio ni político limpio, mejor que no ponga a prueba en las urnas la excelente calificación que atribuye a sus colegas. Por desgracia, eclipsó el discurso de la Fiscalía General, concentrada en tuits y debates de tráfico en un país saqueado por la alta criminalidad. La regañina de Lesmes a los españoles, por no votar a sus órdenes, solo causó el monumental enfado del primer español sentado a su lado. Felipe VI preferiría que Sánchez le hubiera prohibido este año la asistencia al acto.

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