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Yolanda Román

Tecnología contra el fuego

Hay datos que confirman que la tecnología puede ayudar no solo en la prevención, sino también en la extinción y control de los incendios forestales

Incendio forestal se traduce al inglés como wildfire. Como tantas veces con ese idioma, la palabra resulta precisa, certera, como si el propio sustantivo se empeñara en abarcar la inmensidad furiosa de su significado. Wild es salvaje, fire es fuego; fuego salvaje. Irreductible, cruel, atávico.

Hay fenómenos de la naturaleza que producen congoja o fascinación, por su fuerza implacable: un tsunami, la erupción de un volcán, un tornado. El ser humano solo puede enmudecer y aceptar su inferioridad ante la naturaleza desatada, que de vez en cuando parece recordarnos que vivimos bajo su indisputable dominio y amenaza. Otros desastres naturales, como los incendios, que son más previsibles y cada vez más habituales, producen una desolación profunda, por repetición e impotencia, que puede llevar a la desesperanza al más optimista y hasta a los tecno-optimistas, por lo general tan aguerridos. ¿Qué podrían hacer nuestros queridos robots frente a un fuego sin control? La tecnología termina donde empieza lo salvaje.

Y, sin embargo, hace décadas que sabemos que la única diferencia entre el optimismo y el pesimismo -cuando no es compromiso estético o medio de vida- es el esfuerzo de la voluntad. Por eso volvemos a hacer aquí un ejercicio de lo primero, porque ciertamente hay material para ser constructivos y datos que confirman que la tecnología puede ayudar no sólo en la prevención, sino también en la extinción y control de los incendios forestales.

La tecnología digital puede resultar clave en la rápida detección del fuego y permitir así la mejor toma de decisiones. En la universidad de Berkeley el programa de investigación FUEGO (por sus siglas en inglés, curiosamente) utiliza distintas plataformas y satélites para detectar y analizar de manera temprana los incendios. Trabajan con simuladores que puedan procesar la información y permitir una gestión más eficaz, con mejores predicciones de evolución y desarrollo de un fuego. Su equipo de investigadores está convencido de que el futuro de la lucha contra el fuego está en la digitalización.

Una tecnología que ya se utiliza en la extinción de incendios son los drones. De día y de noche, pueden aproximarse al fuego más que cualquier avioneta y no solo recoger precisa y valiosa información para la gestión del incendio; también pueden equiparse con sustancias y actuar de manera clave para evitar la propagación, a veces adelantándose al fuego con más fuego.

También hay numerosos ejemplos de tecnología para la prevención de incendios, que será siempre la forma más barata y menos peligrosa de combatirlos. Sensores ultrasensibles que, conectados a internet, pueden registrar distintos valores, informar en tiempo real e incluso activar sistemas de riego u otros antes incluso de que se produzca el fuego.

La tecnología existe, es eficaz y puede perfeccionarse aún más. Pero la tecnología es como la esperanza, no resuelve por sí sola ni los incendios ni ningún otro problema. Necesita de las inversiones y los planes adecuados para que todo su potencial pueda ser utilizado y orientado a dar resultados. Necesita decisiones políticas y empresariales, ambiciosas y coordinadas. Pero como ya se dijo, lo tecnológico choca con lo más salvaje de la naturaleza. Y de la naturaleza humana.

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