La torpeza y la pauperización de muchos líderes políticos, que seudo lideran actualmente los partidos, se manifiesta en la exclusión de los que tienen un pensamiento divergente que no converge con el discurso único que imponen en la carpa de la secta, donde está instalado el pesebre de los sumisos y de los que han renunciado a pensar, decir y actuar por su cuenta.

Su mediocridad no tolera los necesarios contrapesos que siempre tiene que haber en las organizaciones y que juegan un papel muy importante en la imprescindible y necesaria deliberación. La colla crónica que tiene el poder solo tiene un objetivo: cronificarse en él, impidiendo así cualquier atisbo de renovación que permita construir un futuro diferente.

No hay ciudadanos que no estén convencidos de que las palabras, en el ámbito político, en los tiempos que corren, más ocultan que aclaran. Hoy se estila el hablar sin sentido; estamos asistiendo a un tsunami de pseudopalabras cargadas de impostura, que intentan negar la realidad de nuestro actual contexto social. La confusión general es lo predominante. Sublime la compulsión generalizada de los mediocres políticos que okupan el poder, el relato posmoderno y mitómano, cuando les pillan en renuncios cada vez más recurrentes. Es indignante su adicción a la ficción manipuladora, que es el prólogo de la trola, cuando en vez de consumir realidad se lanzan a buscar excusas low cost. Todo menos asumir responsabilidades.

La mejor mascota de un político narcisista (y ustedes saben a quién me refiero), ya no es un perro, es un chivo. El cóctel de confusión más omnipotencia es el brebaje preferido por los seudo líderes políticos actuales. Cuando les fallan las estrategias de acción, solo queda la negación. Producen más malentendidos sociales que la Danone yogures. Un político fundido y confundido en el poder percibe la realidad de una manera distorsionada y, lo que es peor, cree que mea colonia, caga perlas y suda perfume top 10. 

Las víctimas: los ciudadanos. Ciertos políticos en el poder confunden sentido común con pensamiento único, de ahí las boutades que día tras día proclaman en los medios. Los que no compartimos su visión de la realidad, los que no pensamos como ellos, somos irresponsables y carecemos de sentido común. Solo desde una mentalidad infantil se puede idealizar el sentido común. El sentido común no es nada si no se operativiza adecuadamente y no se adapta a la realidad. El panorama político actual da para muchas metáforas y muchas historias.

A mí los seudo líderes actuales me recuerdan a los míticos y legendarios pájaros Oozlum de América latina. Es por esto por lo que lo rescato en este artículo. Los ciudadanos pedimos a la clase política un poco de sentido común, toda la responsabilidad y más dosis de humildad y voluntad. Permítannos que seamos escépticos en cuanto a la confianza. Déjenme que me explique. Oozlum era un fabuloso pájaro de leyenda que tenía la característica de volar hacia atrás, la cola hacia la frente y la cabeza en la popa. De este modo nunca sabía hacia dónde iba, pero jamás perdía de vista de dónde procedía. Hay que admirar la contraintuitividad de los «pájaros» en cuestión. Pero, ¿a dónde nos llevan en su huida hacia delante?

Ante tanto vocerío, ante tanta estupidez, ante tanto de-sustanciamiento, más que nunca es necesaria, como dice el prestigioso psicoanalista vasco, el Dr. José María Ayerra, «una adecuación de los liderazgos sociales que permitan, en vez de una revolución que nos deje en el mismo lugar en el que estamos o un poco más rezagados si cabe, una evolución en la que, respetando lo conseguido, integre, tras el análisis reflexivo y deliberativo, el  aprendizaje derivado de nuestros últimos errores colectivos».

No nos merecemos seudolíderes políticos, troleros de día y de noche. Ahí va el órdago y el guante: si ustedes recortan sus dietas, todos los prescindibles asesores, su financiación partidista, sus subvenciones, sus complementos, sus sueldos, sus privilegios, sus falcons, sus coches y su idoneidad genética y afectiva en el nepotismo ilustrado que practican, entonces empezaremos a respetarles y podríamos rescatar la confianza en ustedes. Los ciudadanos les exigimos corresponsabilidad en el esfuerzo compartido. Y, por favor, ahórrense los mantras, las plegarias manipuladoras y la agobiante propaganda. La imagen no resuelve lo que ustedes no son. Más ejemplaridad y menos bla, bla, bla. Practiquen un lifting en sus adipocitos opulentos y dejen de jodernos con la dieta restrictiva y anoréxica que nos imponen. Ah, y recuerden más que nunca, aquí y ahora, que estamos en derrota transitoria pero nunca en doma.