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Eugenio García-Gascón

‘Espía accidental’

En este libro de Jorge Dezcallar, exdirector del CNI, el lector recibe gratis lecciones de geoestrategia

Desde antes de la revolución de 1979, el chiismo iraní y el sionismo estaban en guerra. No sorprende que las relaciones entre ambas ideologías, por muchos lados controvertidas y discutibles, hayan seguido por la misma senda desde que Jomeini regresó a Teherán y dio un vuelco al país. Israel era un estrecho colaborador del sah. Muchos iranís creían que sus temidos servicios secretos, el SAVAK, fundados en 1957, que desaparecieron en 1979, estaban dirigidos desde Tel Aviv. Es curioso, y quizá no sea coincidencia, que el SAVAK tenía un nombre casi idéntico al SHABAK, los no menos temidos servicios secretos israelís, fundados en 1948.

Como la rivalidad entre las dos ideologías, la islámica y la sionista, continúa vigente, no es extraño que aparezca en un sinfín de novelas cuyo argumento se desarrolla en torno a los servicios secretos de uno u otro país, o incluso de los dos países, si el autor no quiere ahorrar morbo. El mallorquín Jorge Dezcallar ha elegido esta última opción para construir un libro que, en su parte central, transcurre en la Siria contemporánea, donde las dos potencias enemigas mantienen una lucha feroz y sin cuartel que no se ha resuelto.

Bien mantenido hasta el final, el suspense gira alrededor de una arriesgada operación del Mosad para desbaratar una inminente cumbre de responsables iranís, convocados en una base cercana a Damasco. En Tel Aviv deciden intervenir y comienza una frenética carrera para engañar al rival. En el juego participan los servicios secretos españoles, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), al que el Mosad recurre para preparar un golpe que no estará exento de sorpresas. Nótese que, entre 2001 y 2004, Dezcallar fue director de los servicios secretos españoles, es decir que conoce bien el paño y por el mismo precio que cuesta el libro, titulado Espía accidental, el lector recibe gratis dos o tres lecciones de geoestrategia de Oriente Próximo.

Como profesional bien informado, Dezcallar, que consagró parte de su carrera diplomática a Oriente Próximo, suele ofrecer análisis atinados del marco en que se desarrolla la intriga, con frecuencia vertiginosa. Puede haber alguna discrepancia, por ejemplo cuando atribuye el creciente apoyo suní a los yihadistas en Siria al comportamiento del régimen, que quizá sea una lectura fácil, aunque frecuente, puesto que la radicalización viene de lejos, es ahora más global, obedece en gran parte a la intrahistoria del islam suní y se ha impulsado continuamente desde el extranjero, incluidos los países occidentales, como se ha visto con claridad durante la guerra civil, donde el apoyo foráneo en lo económico, militar y de inteligencia ha sido clave para reforzar al yihadismo.

La percepción de que los cristianos sirios estaban con el presidente Bashar al Asad al principio de la guerra pero ya no, también nos parece arriesgada. Al igual que otros países de la zona, como Irak, Líbano o Israel, Siria ha ido perdiendo población cristiana a espuertas, pero la inmensa mayoría de los cristianos siguen del lado del Gobierno, puesto que saben que cualquier alternativa no solo sería peor para el conjunto del país sino también para ellos como minoría.

Aunque no afecta al tono general de la novela, dos cuestiones chirrían. Por un lado, no es que no exista la posibilidad de servirse de modales finos y educados en Israel, es que simplemente están en desuso, y nadie se anda con «señor primer ministro» por aquí o «señor jefe de los servicios secretos» por allá. Estas cortesías, que probablemente se observen en España y en Occidente, son ajenas a la idiosincrasia israelí, aunque existan en los diccionarios hebreos, y casi diría que solo en los diccionarios antiguos. Por otra parte, el lenguaje soez que emplean los salafistas es igualmente impropio de la mentalidad islamista.

Espía accidental se lee como un suspiro porque nos conduce frenéticamente de un escenario a otro con los hechos corriendo a contrarreloj. Además, el autor introduce observaciones y valoraciones privilegiadas de una sociedad maltratada por la historia, una tragedia que nada indica que vaya a cambiar para mejor, a corto o medio plazo.

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