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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

El de la concejala Truyol, posible caso de prevaricación judicial

A medida que pasan los días se va haciendo evidente que la actuación del juez y de la Fiscalía ha excedido de largo el límite que no debe ser traspasado

Neus Truyol. MANU MIELNIEZUK

Sabemos que los vertidos de aguas fecales (mierdas) a las aguas de la bahía de Palma han sido recurrentes durante décadas. El lunes, en Diario de Mallorca, se informaba con detalle de lo acaecido en el tramo final del mandato del alcalde Mateo Isern (PP). No hubo entonces actuación judicial: ni la Fiscalía se desató ni se atisbó juez que decidiera procesar a cargos políticos de la época. Podemos seguir retrotrayéndonos en el tiempo: las sucesivas administraciones municipales, tanto del PP como del PSOE, se desempeñaron con parecida negligencia. Era cuestión pendiente que se nos decía que se solucionaría. El cuándo quedaba sumido en las brumas de ignoto futuro. Jamás se vio juez y fiscal que actuaran para exigir lo que les posibilita la legislación vigente: incoar acciones penales, solicitar onerosas penas de cárcel, hasta cuatro años. No tuvimos aguerrido fiscal (qué se hizo de Juan Carrau) ni juez decididos a limpiar el mar que abraza a Palma empezando por encausar a los presuntos responsables de haberlo enmerdado por su culpable desidia. Recordemos que los sucesivos alcaldes de Ciutat se pronunciaron sobre el hediondo asunto. Prometer medidas drásticas, las prometían, pero, casi siempre, las palabras son aire y van al aire, versó el poeta refiriéndose al arrebato amoroso, no al de la mierda.

¿Qué ha sucedido para que la concejala Truyol se las vea con una petición de pena de cuatro años de cárcel por lo mismo, exactamente lo mismo, imputable a los responsables municipales de las épocas de Cirer, Calvo e Isern, por citar a los tres últimos (Noguera no cuenta, el supuesto alcalde bianual fue inexistente). Es lícito, hasta necesario, maliciar que lo que ocurre es que Truyol es nacionalista, no oculta su adscripción independentista; sabemos que desde los sucesos de Cataluña (gamberrada, granujería, fechoría, perpetrada por los supuestos independentista de ERC y Junts) los hay a los que les duele tanto España que optan por saltarse las barreras del sentido común cuando se trata de atizar con lo que se tenga a mano a un nacionalista irredento. Colegimos que por tales veredas transitan el fiscal y el juez que la han tomado con la concejala Truyol. Existen precedentes: la Audiencia ha tenido que recordar a una Policía embravecida, mangoneada por la señora que en aquel momento estaba en la Delegación del Gobierno (eran tiempos del PP de Mariano Rajoy), y unos fiscales y jueces de instrucción de parecida filiación a los que han hecho diana con Truyol, que la libertad de expresión de los chicos de Arran, otros independentistas sin causa, debe ser respetada, que el turismo está ahogando Mallorca, no la llena de mierda o sí, pero la acogota, que su protesta fue pacífica y lícita.

A por los nacionalistas parece la consigna. Hay colaboradores entusiastas: el falangista Jorge Campos no ha parado hasta hacer una celebridad del tarado que se hace llamar Valtònyc; ha logrado que el Tribunal Supremo haga el ridículo en Europa. A lo que vamos: con Truyol podemos atrevernos a adentrarnos en la desasosegante pregunta de si juez y fiscal no estarán practicando una prevaricación de libro al situar a la concejala a un paso del banquillo. El susto de ver cómo se le solicitan cuatro años de cárcel ya no se lo quita nadie, por inverosímil que resulte atisbar que semejante barrabasada pueda ser objeto de sentencia firme. Algo en todo lo que nos ocupa está fuera de lógica, no se alcanza a ver cómo ha sido posible que se haya llegado hasta el lugar en el que a una política un asunto judicial la va a encumbrar, la hará formidable candidata en las elecciones municipales de mayo del próximo año. Més tiene sólida aspirante a la Alcaldía de Palma. De momento la aureola de mártir sobrevenida se la ha ganado sobradamente.

Acotación necesaria.-Son ganas de confundir meter en el mismo saco el caso de Neus Truyol con el de la Policía Local de Palma. Nada que ver. Aducir presunciones de inocencia para una y otros, así, sin más, es un intento de confundir al espectador.

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