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Menos presidente, más Parlamento

Los franceses dieron en las presidenciales de abril un segundo mandato a Macron para frenar a Le Pen, pero ahora le han negado la «mayoría sólida» que reclamaba

Podría titular este artículo sobre la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas con una de las frases más repetidas la noche del domingo en los platós de televisión parisinos: «Seísmo electoral en Francia». La realidad, sin embargo, es mucho más prosaica: los franceses dieron en las presidenciales de abril un segundo mandato a Emmanuel Macron para frenar a la candidata de la extrema derecha, Marine Le Pen, pero ahora han optado por negarle la «mayoría sólida» (289 diputados) que reclamó el martes de la semana pasada en Orly antes de viajar a Rumanía y Ucrania. Los electores, con otra abstención récord (53,8), han optado por restar presidencialismo y sumar parlamentarismo.

En efecto, por primera vez en la V República un presidente deberá gobernar en franca minoría (a 43 escaños de la mayoría absoluta), una práctica habitual en la inestable IV República que De Gaulle se encargó de corregir. Desde entonces, los presidentes han gobernado en mayoría o han ‘cohabitado’ con un primer ministro de signo contrario: fue el caso de Mitterrand (PS) con Chirac y Balladur (RPR), y de Chirac con Jospin (PS). En 1988, el partido de Mitterrand quedó por debajo de la mayoría absoluta, pero su primer ministro, Michel Rocard, podía lograrla, alternativamente, con centristas y comunistas. Ahora Macron pierde más de un centenar de diputados. Los posgaullistas (LR), que podrían ayudarle a alcanzar la mayoría absoluta, han adelantado que «seguirán en la oposición».

Macron no deberá ‘cohabitar’ con la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), la alianza de circunstancias que lidera Jean-Luc Mélenchon, el líder de la Francia Insumisa –una hipótesis con la que especulaba para movilizar a su electorado–, pero deberá «componer alianzas», en expresión de la portavoz del Gobierno, Olivia Grégoire, con otros grupos parlamentarios. Si Macron quebró hace cinco años el tradicional mapa político francés, articulado en torno a posgaullistas y socialistas, ahora se encontrará con una Asamblea Nacional dividida en tres bloques: su mayoría minoritaria de centroderecha, una izquierda más radicalizada y la extrema derecha.

Sí, Marine Le Pen fue la gran triunfadora en escaños de la segunda vuelta: su Rassemblement National (RN) no sólo logra formar grupo parlamentario –el FN de su padre lo consiguió en 1986 cuando Mitterrand introdujo tácticamente un sistema proporcional para debilitar a la derecha neogaullista (RPR) –, sino que multiplica por once los ocho diputados de que disponía hasta ahora. La alta abstención, sumada a la quiebra del ‘frente republicano’ en circunscripciones clave, han obrado el milagro electoral: un sistema uninominal (un diputado por distrito) y mayoritario a dos vueltas ha dibujado una Asamblea Nacional mucho más proporcional.

Los franceses, a izquierda y derecha, votaron a Macron en las presidenciales de abril para frenar a la candidata de la extrema derecha, pero ahora se han quedado en casa o, incluso, han votado por el RN para castigar al presidente y acotar su margen de maniobra. Otro ejemplo, de signo contrario, los votantes de Emsemble!, la coalición electoral de la mayoría presidencial, han roto el ‘frente republicano’ en los duelos que enfrentaban a un candidato de la Nupes con otro del RN: siete de cada diez se han abstenido. La mayoría presidencial había llamado a no votar por la extrema derecha (RN), pero había advertido que se debía estudiar «caso por caso» el perfil de los candidatos de izquierdas.

Los electores, además, han ajustado cuentas con el macronismo. Los pesos pesados del PS que hace cinco años se pasaron a En Marcha, la ‘startup’ de la ‘nueva política’ de Macron, han sido castigados en sus circunscripciones por sus antiguos votantes. Éste es el caso paradigmático de los dos pilares de Macron en la Asamblea Nacional: su presidente, Richard Ferrand, y el jefe del grupo parlamentario, Christophe Castaner. Otra exsocialista, la ministra de Sanidad, Brigitte Bourguignon, ha sido derrotada en su distrito y, siguiendo una regla no escrita, deberá abandonar el Gobierno. Los llamados ‘elefantes’ del PS, empezando por el expresidente Hollande, habían criticado la alianza electoral con Mélenchon, pero el actual primer secretario, Olivier Faure, ha sido plebiscitado en su circunscripción (64,5%) y ha salvado su grupo parlamentario (la referencia era el 1,75% de Anne Hidalgo en las presidenciales de abril).

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