Rafael Nadal derrotó el martes como acostumbra a Novak Djokovic en Roland Garros, un torneo donde el marcador señala un aplastante ocho victorias a dos para el español. El resultado habitual se produjo entre dos jugadores separados por apenas un año de edad, por lo que no cabe hablar de brecha generacional. En cuanto a los titulares encendidos que recurren a la manida expresión «Ave fénix» (Libération), cuesta aplicar la resurrección al ganador del único Grand Slam disputado este año. Los muertos serían en todo caso los demás competidores, pero este desliz ilumina la obsesión que había cundido en el mundo del deporte por enterrar a Nadal.
Los únicos sorprendidos por la acostumbrada victoria de Nadal sobre Djokovic son los expertos, que ilustraban las portadas del martes por la mañana con una fotografía inmensa de... Alcaraz. Acuciados por la urgencia de renovar los mitos, habían diseñado un plan fúnebre de altos vuelos. Por la tarde, el tenista murciano se desembaraza de Zverev, al que había despachado en apenas una hora en Madrid. A continuación, se libra la proverbial batalla sin piedad entre el mallorquín y el serbio, pero con triunfo del segundo. Se entierra al caído con honores dignos de Sigfrido, el testigo pasa a un fenomenal adolescente y la semifinal de Roland Garros se titula Djokovic-Alcaraz.
Nadal ha desilusionado a sus enterradores, que ahora lo festejan con el lenguaje postizo que ya habían adaptado a su sucesor español. Se contempla como una hazaña el único resultado posible del duelo, porque el duelo se equivocó de cadáver. El muerto por anticipado es el único superviviente, y la frustración al verse postergado está mucho más cerca de las insinuaciones de retirada de Nadal que su cansancio mental. Ha comprendido que los dioses tienen recambio, y que el exceso de victoria no previene la sustitución, aunque su reemplazo esté verde y el mallorquín siga abonado a la madurez. En lo personal, me urge que Nadal y Djokovic se retiren para dejar de ver tenis, les dejo con su Alcaraz que lo tiene todo por demostrar.
