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Antonio Tarabini

Entrebancs | La gestión turística, la ciudadanía también opina

Uno de los objetivos de las investigaciones realizadas por la Fundación Gadeso es conocer y evaluar la opinión ciudadana referida a cualquier temática de interés público. Y el turismo no es una excepción. El objetivo es conocer sus opiniones, valoraciones y propuestas, referidas al presente y futuro del sector turístico, entendiendo como tal no sólo la hostelería sino también la denominada oferta complementaria, incluyendo territorio e infraestructuras.

El contenido de estas líneas corresponde a los resultados de la investigación realizada el pasado mes de marzo. Después de sufrir las consecuencias de la pandemia, incluida en nuestra principal actividad productiva, el turismo, parece ser una realidad la reactivación turística (Semana Santa y Pascua). Reactivación que puede consolidarse en la cercana Temporada con unos índices de oferta/demanda que propicien una ocupación «razonable y digna» de la planta de alojamientos y de la oferta complementaria, con la consiguiente contratación estable de personal.

Pero, simultáneamente, debería ser clave analizar y evaluar si todavía es vigente el «modelo» de ocupación intensiva durante los meses de Temporada Alta caracterizada por una masificación y saturación de las infraestructuras, equipamientos, servicios y recursos; con una mano de obra de escasa profesionalidad con salario bajos y contratación temporal y/o precaria.

En todos los análisis realizados desde 2001 es opinión generalizada, pero en descenso, que el turismo es la base de nuestro bienestar. La mayoría no está en contra de la actividad turística. Pero se denuncia la excesiva dependencia del turismo (86%), con una masificación creciente (77%) que hipoteca (74%) nuestro patrimonio natural y cultural. Botones de muestra: Caló des Moro, el Faro de Formentor, suma y sigue.

La ciudadanía considera que el «futuro» no puede ser más de lo mismo. Nuestra competitividad no puede basarse sólo en oferta de sol y playa a precios «competitivos» para millones de turistas. Es imprescindible cambiar el chip, el objetivo debe ser la excelencia en el sector turístico, innovando en producto y calidad, además de diversificar la oferta más allá del sol y playa, que permita desestacionalizar el sector. Pero no todo queda ahí, hay también que cuidar la «gallina de los huevos de oro»: proteger y gestionar nuestros recursos naturales y el territorio.

La ciudadanía no se muestra optimista por un cambio cualitativo del nuestro modelo turístico. Los/as ciudadanos/as no tienen una visión demasiado entusiasta, especialmente, ante la desestacionalización (28%). También se considera un simple desideratum la gestión de los recursos naturales y el medioambiente (8%).

Hay que dirigir nuestros esfuerzos a decidir qué modelo productivo nos permitirá, sin dejar de lado el turismo, hacer frente a los embates de la globalización, con sus retos medio ambientales y climatológicos. Es necesario buscar nuevos yacimientos de empleo en el mismo sector turístico, generar iniciativas empresariales que no dependan en exclusiva del turismo convencional; hay que dotar a las familias de puestos de trabajo de calidad y con salarios dignos. Y me preocupa, no lo explicita la ciudadanía, que estemos creando un climax (falso, según mi parecer) basado en la probabilidad de volver a recuperar los hitos turísticos del 2019, año en que quebró Thomas Cook, líder del turismo masivo, intensivo, y a precios «económicos».

El Conseller de Modelo Económico, Trabajo y Turismo, I. Negueruela, en unas recientes declaraciones asevera que ahora «es el momento de recuperar empleo», léase reactivación económica; «y recuperar los salarios» que están perdiendo poder adquisitivo con la inflación vigente han quedado obsoletos. Tales objetivos no tienen por qué ser contradictorios con las declaraciones del Conseller de Medio Ambiente, M. Mir, referidas a la necesidad de «fijar un numerus clausus al turismo ante el agotamiento y escasez de recursos naturales como el agua o la masificación de los espacios naturales», limites regulados en la nueva Ley de Turismo. Y no dejan de ser significativas las afirmaciones de líderes del turismo: «Se ha de limitar el número de turistas porque vivimos en un territorio limitado» (C. Riu); «hay que poner coto a la invasión de visitantes en los cascos antiguos o nos pasará factura» (G. Escarrer).

Nuestro modelo socioeconómico y medioambiental se encuentra frente a tres grandes desafíos: Revolución tecnológica, crecimiento de los flujos migratorios y el cambio climático. No es raro que instituciones hayan desarrollado indicadores económicos, sociales y medioambientales que midan el grado de sostenibilidad de nuestro modelo. En concreto los indicadores sobre Desarrollo Humano (IDH) y los Índices de Progreso Social (IPS). El CES, conjuntamente con la UIB, ha centrado gran parte de sus objetivos en reflejar la Prospectiva Económica, Social y Medioambiental, a través de indicadores tanto demográficos como económicos, sociales y medioambientales.

Reproduzco de Pere A. Salvà, Catedrático de Geografía Humana. Las Islas Baleares, con un territorio y unos recursos limitados, han visto cómo el número de personas que las habitan casi se ha doblado en el transcurso de las cuatro últimas décadas. Este crecimiento nos ha llevado al límite de la capacidad de nuestra comunidad, nuestro modelo económico productivo ya no da más de sí. El territorio se agota y los recursos públicos están en límite de su capacidad a menos que ya se hayan visto desbordados. Así las cosas, nuestras islas ¿serán sostenibles demográficamente hablando?

Habrá ocasión de visualizar nuestro Indicador de Pressió Humana (IPH). Durante días del mes de agosto de 2001 nuestra presión demográfica fue de 1.771.836 personas. Sobran las palabras.

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