Sin duda alguna, la percepción de la sociedad respecto a los animales como seres sintientes y por lo tanto portadores de derechos, avanza de forma muy rápida. Es algo de lo que todos somos conscientes. Lo percibimos en nuestras propias familias y cuando tienes hijos de diferentes edades como es mi caso, sorprende el cambio de sensibilidad. La disertación respecto a las razones sociológicas y sobre todo antropológicas de este proceso daría para varios libros. Como ya he salido varias veces escaldado de artículos como este, empezaré haciendo acto de contrición y confesión de mis pecados. Desde luego considero positivo para la sociedad esta evolución. Sin embargo, también considero que hay un límite muy claro en la tentación de «humanizar a los animales». Reconozco que cuando me puse a leer sobre el tema para poder situarme con cierto criterio, lo que más me convenció y me sigue convenciendo, son los postulados de Jocelyne Porcher, ingeniera agrícola y directora de investigación del prestigioso INRA (Instituto Nacional de Investigación Agrícola de Francia). Su famoso libro que recomiendo que lean Vivir con los animales. Contra la ganadería industrial y la liberación animal muestra con sentido común todos los matices que en demasiadas ocasiones la gente que defendemos la ganadería y las costumbres o tradiciones del medio rural no conseguimos explicar al resto de la sociedad.

Lo cierto es que el desarrollo del marco normativo sobre bienestar animal y protección de los animales avanza inexorable y cada vez es más extenso y ambicioso. Pero sobre la base de unos principios éticos comunes en el conjunto de la sociedad, las nuevas leyes que marcan nuevas fronteras, necesitarían de un debate mucho más consensuado con los sectores que pueden sentirse más afectados por ellas. No es lo mismo desarrollar y garantizar el concepto de bienestar animal, que el de protección de los animales, y mucho menos que calificarlos como sujetos de derechos.

De acuerdo con la Organización Mundial de Sanidad Animal, el término bienestar animal designa el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere. Un animal experimenta un buen bienestar si está sano, cómodo, bien alimentado, en seguridad, y si no padece sensaciones desagradables como dolor, miedo o desasosiego y es capaz de expresar los comportamientos propios de su especie.

La Dirección General de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural tiene encomendadas buena parte de las funciones de promoción, cuidado, control y sanción de las cuestiones relacionadas con el bienestar de los animales y es nuestro deber aplicar las normas vigentes y además hacerlo respondiendo a las distintas sensibilidades sociales y con sentido común. En primer lugar es evidente que todas las explotaciones ganaderas de las Islas Baleares deben cumplir con la normativa propia de bienestar animal, y ninguna explotación se registra y se pone en marcha sin este informe favorable. En segundo lugar, el servicio de ganadería planifica sus inspecciones rutinarias y aleatorias sobre este asunto de acuerdo a un Plan de Control aprobado y que se desarrolla tanto sobre las explotaciones ganaderas, como sobre los 222 núcleos zoológicos que tenemos registrados y activos en las Islas Baleares. Es importante destacar que de todas las inspecciones programadas y realizadas en bienestar animal en 2021, tan solo 18 mostraron incidencias. De ellas 9 se enmendaron por parte del titular, y el resto acabó en un proceso sancionatorio. Podemos deducir que el cumplimiento por parte del sector ganadero es muy alto. En tercer lugar, el Servicio de Ganadería reacciona antes las denuncias que proceden tanto de particulares, como de las instituciones con competencias en la materia. En el año 2021, del total de denuncias presentadas en producción animal, el 30%, es decir 23, fueron por razones de bienestar animal. De ellas, 3 se archivaron, 16 siguen activas en su tramitación y 4 han finalizado ya en sanción. Del total de denuncias el 65% fueron por malas condiciones higiénico sanitarias de los animales como por ejemplo; falta de alimento, agua o malas condiciones corporales del ganado y el 13% por cuestiones relativas al transporte de los animales. Sin embargo, en todo este grupo falta contabilizar los 57 ataques de perros al ganado que sin duda deben considerarse como ataques al bienestar de las ovejas y que es un aspecto en el que estamos avanzando con la policía y la fiscalía. Pocas secciones hay como la de bienestar animal para sentir toda la tensión del cambio de sensibilidad.