La mascarilla, el icono de la protección frente a la covid, ha dejado de ser obligatoria en interiores, con la excepción de centros sanitarios, residencias, farmacias y transporte. La decisión del Gobierno central llega diez semanas después de que el cubrebocas dejara de ser imprescindible en los exteriores, salvo que uno se estuviera echando un bocado o un trago en una terraza. Antes como ahora, se mantiene la máxima del sentido común y de la precaución, especialmente entre las personas vulnerables, las embarazadas, los mayores de 65 años, las familias con personas de riesgo y en actos multitudinarios con grandes concentraciones humanas. Ante estos supuestos, no es obligatorio, pero sí recomendable, como también lo es la correcta ventilación de los espacios interiores. Es decir, se fía la autoprotección a la responsabilidad de cada ciudadano que debe tomar la decisión de hacer uso de la mascarilla en función del riesgo y siempre de forma voluntaria, según expuso la ministra de Sanidad, Carolina Darias, quien en la rueda de prensa optó por mantener su cara cubierta, como muchos ciudadanos y turistas en las calles de Mallorca.

Este lunes los escolares volverán a verse las caras, tras dos años largos de mascarilla y distancia, que han pasado factura en la salud mental de muchos. Sin embargo, lo que para algunos será una auténtica liberación para otros puede convertirse en un gran trauma, ya que el cubrebocas les permitía resguardar mucho más que el rostro. El regreso a las aulas exigirá máxima atención a los alumnos en esta nueva fase del tránsito hacia la normalidad. En el mundo laboral también se ha vivido con cierta inquietud el cambio, ya que no se ha dictado una pauta, sino que se encomienda a los servicios de protección de cada empresa que determinen si es exigible o no la mascarilla en función de los riesgos.

El coronavirus, que se ha cobrado hasta la fecha en Balears 1.310 vidas y ha sumado 273.065 contagios, no se ha extinguido. Las últimas cifras facilitadas desde el IB-Salut contabilizan 144 hospitalizados por covid, de los que 16 se encuentran en la UCI, lo que supone una ocupación del 4,6% de las camas de cuidados intensivos. Aunque la tasa de positividad supera las registradas en olas anteriores, se confía en la protección de la vacuna inoculada a casi un millón de personas para prescindir de la obligatoriedad de la mascarilla. La pandemia entra en una nueva fase, pero no puede relajarse ni la precaución ni la vigilancia ante posibles nuevas mutaciones o variantes que puedan tener graves efectos sobre la salud y la economía.