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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Ayuso se cobra otra pieza, primero Casado y ahora Martínez Almeida

Isabel Díaz Ayuso no perdona: Martínez Almeida corre parecida suerte a la de Pablo Casado, la de la inmisericorde venganza de la señora de la Puerta del Sol

Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. EP

El alcalde de Madrid es político atrabiliario a poco que vengan mal dadas. No le adornan muchas luces políticas. El sobrado perverso que es Pablo Iglesias ha sentenciado en la Ser que al sacarse la oposición a abogado del Estado se le quemaron las neuronas que todavía le restaban. José Luis Martínez Almeida ha transitado desde ser el «alcalde de España» y celebrado bufón sobrevenido de las derechas patrias a desecho de tienta al que Núñez Feijóo respalda al modo gallego que Rajoy Brey convirtió en norma para el PP: apoyo nominal que se desvanece llegado el momento. No hay en el extemporáneo alcalde grandeza alguna: exhibe a diario las carencias, notabilísimas, que le hacen incompatible e indigno con el cargo que ocupa. Llegó a ser portavoz nacional del PP, donde le situó Pablo Casado para achicharrarlo. Sus dicharacheras maneras eran impostura. Con el asunto de las comisiones del hermano de Díaz Ayuso le temblaron las entretelas. Al caer Casado (caer, no: defenestrado sin miramiento alguno), se apresuró a quitarse de en medio, dimitiendo del cargo que antes tanto le satisfacía. Dijo que se centraba en la Alcaldía. Ayuso, que sí es política con hechuras, empuje, populista como la copa de un pino, muy buena en lo suyo (demostrado queda que entusiasma a los madrileños), no iba a olvidar y mucho menos perdonar que el infeliz Almedia le quisiera hacer la cama empujado por Casado y García Egea. Le ha llegado la hora: las comisiones cobradas por los golfos apandadores de turno, un aristócrata de inmensa caradura, incapaz de trabajar, acoyuntado con un reconocido sinvergüenza, que, naturalmente, estafó al socio dejándole solo, ahí es nada, un millón de dólares de la suculenta comisión estafada al Ayuntamiento de Madrid, han dado con Almedia por los suelos. Lleva semanas cavando a conciencia su grotesco epitafio político. La venganza, no se ponga en duda, dando a conocer los hechos, salió de la Puerta del Sol. ¿De dónde sino?

Alberto Núñez Feijóo tuvo ayer actuación destacadísima en Valladolid: la de su estridente incomparecencia

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Martínez Almedia está liquidado. No será candidato a la Alcaldía madrileña ni a nada en 2023. Es probable que acabe por dimitir, aunque todavía no se ha enterado que lo va a tener que hacer «aconsejado» por Núñez Feijóo, que lo apiolará asegurando que es un dechado de honradez y buen hacer en el desempeño del cargo. Y Feijóo nos lleva a lo que sucedió ayer en Valladolid, donde el presidente del PP tuvo actuación destacadísima: la de su estridente incomparecencia. El primer gobierno que se constituye en España entre la derecha conservadora y la extrema derecha, no contó con la natural presencia del nuevo jefe nacional del PP. No nos llamemos a engaño: habrá gobiernos PP-Vox allá donde sumen para formarlos. Las elecciones en Andalucía están al caer, hacia el otoño; si Moreno Bonilla requiere para seguir en la presidencia de la Junta el concurso de Vox, tendrán coalición con la extrema derecha, que, por otra parte, es lo que quieren los votantes del PP, para quienes está por encima de cualquier circunstancia, incluidas las siempre desechables éticas y estéticas, liquidar a Pedro Sánchez y a su Gobierno «socialcomunista», el peor habido en España en las últimas ocho décadas, en apreciación lanzada en la tribuna del Congreso de los Diputados por el socio inevitable de Feijóo, Santiago Abascal, que, en compañía de los suyos, prosigue, impertérrito, el avance hacia la conquista del poder que compartirá con Feijóo si en las postrimerías de 2023 las elecciones generales conceden la mayoría a las derechas españolas. Falta mucho hasta entonces: todo puede ir rematadamente peor para los intereses de Pedro Sánchez, los del PSOE, o cambiarse las tornas; los tiempos son tales que inopinadamente se desvanece la realidad imperante dando paso a otra que en nada se asemeja a la que se deja atrás.

Acotación punto y seguido.- Las Españas son país de comisionistas de variada condición. Lo de Piqué y el presidente de la Federación Española de Fútbol, Rubiales, es otra historia de redomados truhanes.

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