Diario de Mallorca

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Pedro Coll

Don’t walk

De la serie ‘Manhattan Puzzle’, collage en espejo, noviembre del año 2000. @PEDRO COLL

«No hay siglo nuevo ni luz reciente. Sólo un caballo azul y una madrugada»

Nocturno del Hueco, Poeta en Nueva York, Federico García Lorca

AGE FotoStock, la agencia fotográfica nacida en Barcelona que durante años representó internacionalmente a fotógrafos españoles, yo uno de ellos, en noviembre de 2000 inauguró sede en Manhattan. Era poner una pica en Flandes. Una agencia española, en un campo como el de los bancos de imágenes, mundialmente dominado por agencias norteamericanas, se presentaba en los Estados Unidos sin ningún complejo. Durante dos días, aquel salón del Hotel Marriot Trade Center se vio concurrido por fotógrafos españoles y neoyorquinos asistiendo a las siempre interesantes y llamativas ponencias de Alfonso Gutiérrez, CEO, propietario, motor y líder indiscutible de AGE. A él debemos, algunos, nuestra proyección internacional.

Justo en este momento, la fotografía digital comenzaba a ser ya utilizada profesionalmente e internet le estaba abriendo su vasto campo para la distribución. Los bancos de imágenes, desde su aparición dos décadas atrás, habían basado su oferta internacional en selectivos y costosos catálogos impresos, dirigidos a agencias de publicidad, editores, prensa, creativos y diseñadores. La irrupción de lo digital, combinada con las infinitas y crecientes posibilidades de Internet, significó el golpe de gracia a la época dorada de la ‘fotografía de stock’. En la actualidad sobrevive a base de ofrecer on line millones de imágenes, muchas de ellas magníficas, a precios irrisorios. Enseguida fui consciente de lo que aquello significaba y decidí buscar nuevos caminos. El brutal aumento de la oferta había herido de muerte lo que para muchos fotógrafos era una especialidad muy atractiva por su globalidad, independencia y rentabilidad. 

Aquel prestigioso Hotel Marriot World Trade Center, en el que nos habíamos reunido y presentado al mercado norteamericano tan exitosamente, estaba conectado directamente con las torres World Trade Center 1 y 2. En el ataque del 11 de septiembre de 2001 el Hotel Marriot acabó sepultado por el colapso de las dos torres. Justo un año antes, allí habíamos estado nosotros celebrando un futuro que imaginábamos arrollador. 

Durante aquellos días aproveché para fotografiar cierta arquitectura de Manhattan, sin que me guiara un objetivo concreto. De hecho, aquellos negativos y sus hojas de contactos acabaron archivados y guardados. Un año después, el 11 de septiembre de 2001, estaba en Londres y en los televisores último modelo exhibidos en los escaparates de Harrods, junto a una masa apelotonada de curiosos, presencié el ataque a las torres gemelas de Nueva York. Acabábamos de entrar en una nueva era. Estoy convencido de que este fue el punto de inflexión a partir del que comenzó toda la cadena de errores políticos de auténtico calado protagonizada por los ‘amos’ del mundo, dejemos la covid aparte, que nos han llevado a donde estamos ahora. Al llegar a Palma, poco tardé en caer sobre aquellos negativos guardados en un cajón archivador. Siempre había soñado con fotografiar Mahattan al amparo de las palabras del Lorca de Poeta en Nueva York y ahí tenía la oportunidad.

Me dediqué a escanear negativos y, con los poemas de Federico a mano, en la pantalla del monitor comencé a combinar imágenes, reencuadrándolas y ensamblándolas, persiguiendo la fuerza y la belleza plástica que Lorca mantiene durante todo su libro. Digo que lo perseguí, no que lo lograra, Lorca es inalcanzable. La serie, que titulé Mahattan Puzzle, acabó constando de 12 originales de gran tamaño, ampliables hasta dos metros por dos metros. En Palma, mi propuesta expositiva fue rechazada por los responsables de las dos instituciones de arte moderno más importantes. Sabemos que nadie es profeta en su tierra. Una pena, porque hubiera podido combinarse con lo que vino después. Se expuso en mayo de 2009 en la Biblioteca Nacional de la Habana, con el apoyo de la Fundación Federico García Lorca y el patrocinio de la Embajada de España en Cuba. ¿Por qué en La Habana? Primero por el arraigo que siempre ha tenido Lorca en Cuba. Además, en el proyecto había para mí un punto emocional, una especie de homenaje silente a Federico: después de su estancia en Nueva York, La Habana había sido el último puerto americano que había tocado Lorca en su regreso a España, con el manuscrito de su libro recién acabado bajo el brazo. Seis años más tarde sería asesinado por partidarios del movimiento militar golpista. Otra intención fue conectar en el tiempo dos momentos históricamente similares: la Gran Depresión de 1929 -momento Poeta en Nueva York- con todo lo que significó para el mundo el 11 de septiembre de 2001. Más de setenta años después de que fueran escritos aquellos versos por Federico García Lorca, sus duras y bellas palabras iban a inspirar unas imágenes correspondientes a otro momento crítico, de consecuencias a medio y largo plazo devastadoras, generado curiosamente en el mismo epicentro, Nueva York, esta vez con nosotros, la humanidad entera, como testigos y sufridos usuarios.

El collage en espejo que ilustra este artículo pertenece a la serie citada. La imagen, esa bi-fálica V de VICTORIA, las banderas, ¡siempre las banderas!, la insistencia en el ONE WAY, son un retrato conceptual del imperialismo, sea del signo que sea, solo falta aquí la fanfarria de timbales y trompetas.

Mientras, en su parte inferior, un silencioso pero imperativo DON’T WALK advierte de manera premonitoria de peligro inminente…

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