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Matías Vallés

AL AZAR

Matías Vallés

El ‘Gernika’ de Zelenski

Cada vez que coinciden en su rechazo fraternal Vox, los comunistas y la CUP que metieron a Cataluña en la cárcel al no votar la investidura de Jordi Turull, te cercioras de que marchas por el buen camino. También verificas que el dogmatismo de PP y PSOE ha condenado al país a la degradación del espectro político. Aparte de los alineamientos estratégicos de ordenanza, la visita por plasma interpuesto de Zelenski al Congreso colocó en el rostro de los diputados la mueca colectiva de dónde se puede votar a una persona así. Porque la clave del arco y del acto no reside en que le aplaudieran, sino en que nadie se resignó a desentenderse. La atención universal no se prestaba a un gigante civil o papal, sino a un discreto presidente ucraniano con historial de payaso.

Zelenski había refrescado a Churchill a los ingleses, a Martin Luther King a los estadounidenses y el Muro de Berlín a los alemanes. Europa ya solo despierta con los muertos y, al día siguiente de Bucha, era inevitable que el presidente amenazado remitiera a los españoles al primer bombardeo aéreo de una población civil. El Gernika que pintó el gobernante ucraniano con cierta exaltación, pues se dirigía a un país latino, comparte con el exhibido a corta distancia del Congreso el carácter de obra inconexa. Picasso también introdujo a barullo sus obsesiones sexuales y sus carencias familiares.

El trabalenguas del Gernika de Picasso no ha disminuido el impacto ni en sus detractores, que seguimos la tradición debeladora de Antonio Saura. La tela gigantesca es un grito de autor, como el proferido por Zelenski en el Congreso bajo la argucia de citar a las marcas españolas que siguen vinculadas a Moscú, incluida la firma que se publicita con los pómulos de porcelana de Isabel Preysler. También en sus discursos, Zelenski está defendiendo a Europa de Putin, un comportamiento heroico que exige contrapartidas. Gracias a la resistencia que ha llevado a cabo Ucrania hasta la fecha, Moscú ha comprobado el elevado precio de invadir a un vecino, y se lo pensará antes de reincidir. Washington es más sibilino, se lleva la basura de las guerras mediante intermediarios a miles de kilómetros.

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