Sóller lucía espléndido el fin de semana. Se celebraba la «XVI Fira de la Taronja». Dicen que fueron marineros árabes hace 600 años, los que introdujeron este cítrico en esta parte de la isla aprovechando el agua y el sistema de acequias de la Serra de la Tramuntana. Como fuere, la naranja de Sóller se ha convertido en emblema del municipio. Miles de visitantes se amontonaban en los puestos, bares y terrazas de la plaza, consumiendo el tradicional zumo de naranja, conociendo las diferentes variedades, y cómo no, comprando naranjas, mermeladas, licores, dulces, y de paso, aceite, vino y otros productos locales. En Sóller hay un sector turístico de calidad. Hay un sector agrario vital y dinamizado a través de la Cooperativa de San Bartolomé. En Sóller hay empresas agroalimentarias con un buen hacer. La simbiosis entre el sector agroalimentario y el sector turístico es una baza ganadora en un mundo cada vez más permeado por los valores de la sostenibilidad y soberanía alimentaria.

El lunes anterior, Unidas Podemos, anunciamos la presentación de las enmiendas al proyecto de ley de sostenibilidad y circularidad del sector turístico acordadas con los grupos que apoyan al Govern. Destacan 9 enmiendas para introducir la producción local en el sector del turismo. Las enmiendas fueron trabajadas previamente y de manera discreta junto a la conselleria de Agricultura, con las organizaciones agrarias de Mallorca y Menorca, con la Unión de Cooperativas Agroalimentarias de las Illes Balears, y desde luego, con la conselleria de Turismo y Modelo Económico. No faltamos a la verdad si decimos que estamos ante una de las novedades de esta ley que pueden tener un mayor impacto y recorrido. Si algo hemos aprendido en estos dos años y medio, es que reducir la dependencia en alimentación es vital y estratégico para nuestra Comunidad Autónoma. Introducir por ley la producción local en el sector turístico significa un paso de enorme trascendencia para el sector agrario de las Islas Baleares, además de un hecho normativo único e innovador en el conjunto del estado.

La base fundamental de las enmiendas está en un nuevo artículo que se introduce en la Ley Turística. Se establece la obligatoriedad de un mínimo del 3% de producción local expresado como un porcentaje sobre el total del gasto en alimentos y bebidas de cada establecimiento turístico. Este porcentaje será del 4% en los establecimientos hoteleros de cuatro y cinco estrellas, y del 5% en los agroturismos. Hablamos de productos frescos agrarios, ganaderos y pesqueros que tengan su origen en las Islas Baleares y en el caso de productos agroalimentarios transformados, aquellos cuyas materias primas esenciales tengan su origen en las Islas Baleares. En el porcentaje se computarán también los productos amparados por cualquier marca de calidad, sean Denominaciones de Origen, Indicaciones Geográficas Protegidas, o cualquier sello distintivo o marca de calidad reconocidas en las Illes Balears por la consejería competente en materia agroalimentaria. El porcentaje fue objeto de un debate realista y pragmático de todos los agentes. Todos entendimos que lo importante era fijar un umbral mínimo obligatorio, que jugara como una palanca de cambio y de crecimiento, y que con el compromiso del sector hotelero, alentara el desarrollo del propio sector agrario. Pero para no atar el futuro, una segunda enmienda complementaria a la anterior, y bajo la forma de disposición adicional, establece la posibilidad de que en el plazo de dos años, y dependiendo de los datos de producción, las conselleries de Agricultura y Turismo acuerden el aumento de estos porcentajes.

La segunda clave está en la identificación del producto en la carta, menú, bufete o cualquier otro medio de información al cliente. El establecimiento deberá identificar el origen del producto cuando es balear, teniendo que poder garantizar y acreditar la veracidad y la comprobación de los datos. Las empresas y establecimientos turísticos señalarán de manera específica los alimentos amparados por denominaciones de origen, indicaciones geográficas protegidas o cualquier sello distintivo o marca de calidad, incluyendo los alimentos ecológicos. La tercera clave está en la incorporación como infracción grave al artículo 119 de la ley turística, del incumplimiento de la obligación de cumplir con el porcentaje mínimo de producto local que se ha establecido por ley, o la información fraudulenta sobre ello. Se completan las enmiendas con medidas incentivadoras para superar estos umbrales mínimos o para obtener la puntuación suficiente para acceder a las categorías superiores en hostelería y restauración.

Estamos ante una buena noticia para el sector primario. Estamos ante una buena noticia para el sector turístico. Son buenas noticias para construir unas Islas Baleares más cohesionadas y sostenibles. El camino de la soberanía alimentaria entra en el sector turístico balear.