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Miguel Vicents

Nuevos barrios sobre cenizas

Palma crece y se transforma en El Terreno y Nou Llevant, barrios hoy sembrados de grúas que dejan atrás viejos usos y décadas de degradación para cambiar de cara. La próxima vez que escuche una queja sobre el estancamiento del sector de la construcción, póngase el casco, el chaleco amarillo reflectante y haga la prueba de recorrer la Avinguda Mèxic del antiguo polígono a las doce del mediodía, con doce promociones a pleno rendimiento que cada semana ganan una planta. Las grúas dan más sombra que los árboles. Hay más obreros en la calle que ciudadanos. Las aceras, cubiertas de polvo y yeso, levantan en cada pisada ese polvillo blanco irrespirable que apaga el lustre del mejor calzado. Emaya se ha sumado a la fiesta levantando las calles para instalar nuevas canalizaciones. Y una gran marca de distribución de alimentos ha elegido uno de los mejores locales para abrir allí el primer gran supermercado ante la avalancha de más de cinco mil nuevos residentes que están por llegar. Todo está por estrenar tras el gran dique del Palacio de Congresos, pero nada resulta todavía tan moderno como la geometría perfecta del edificio de Gesa, pese a la década de abandono que soporta.

Sin quitarnos el casco podemos llegar hasta la plaza Gomila, donde tres de las grandes familias turísticas de Mallorca han decidido por su cuenta y riesgo acabar con la degradación de la que fue no hace tanto la plaza con más vida de la ciudad. No quedará ni un local de ocio nocturno en las calles donde las noches eran más largas. Hoteles de diseño, oficinas de grandes empresas y viviendas de lujo. Todo sobre las cenizas donde tantos jóvenes de los 70 y 80 fueron libres por primera vez. Dicen que, de noche, cuando las grúas quedan inmóviles, todavía es posible escuchar aquella canción.

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