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Alex Volney

El binomio irrepetible

Les bruixes de llers. Fages / Dali

Carles Fages de Climent fue marginado, absolutamente, en todas las antologías de poesía y sin embargo es uno de los grandes, por no decir alguna cosa más, sin ánimo de escandalizar a los patronos de la literatura en catalán. Nació y murió en Figueres, sí, igual que el genial pintor Salvador Dalí, su vecino y su amigo de toda la vida.

El artista triunfó en el mundo mientras el poeta lo tuvo difícil incluso en el Empordà y es hoy cuando se le empieza a rendir el merecido tributo.

Dalí había empezado ilustrando sus versos en Les bruixes de llers y luego en la Balada del sabater d’ Ordis, ambas obras son cruciales para conocer la poesía catalana del SXX. Hay quien se atreve a escribir e incluso publicar poesía sin haber conocido la métrica de este virtuoso personaje.

Salvador Dalí nunca fue constante con nadie, en sus colaboraciones, y con Fages repetía las veces que tuvo ocasión. Piensen que con Deulofeu, D’Ors y el filósofo Pujols se cerraba el círculo de la irrepetible genialidad en las ocasiones en que Josep Pla los vio coincidir. El autor de LLofriu ha llenado páginas al respecto y es directamente responsable de que el sr. Jaume Vallcorba lo recuperase a principios de este siglo e incitando de rebote a que lo continúe haciendo hoy el ajuntament de Figueres con la dirección editorial de la fabulosa Brau.

Fages y Dalí rompieron, en su momento, muchos moldes convencionales. Pla los consideraba a ambos: «aquests dos empordanesos han estat els esperits més lliures, més oberts, menys cavernícoles, que aquest país ha produït» (O.C. vol.38).

El pintor surrealista recorrió mundo, mientras el poeta ya tenía Barcelona como algo bastante lejano. La vida de Dalí no acaba nunca y siempre retiene sorpresas, no paran de salir estudios o ensayos sobre su trayectoria o su figura pública, su arte o incluso la gente que lo pudo acompañar. La vida del poeta y su correspondiente monográfico queda por hacer de momento. A Carles Fages muchísima gente simplemente no lo conoce.

Dalí supo hacer dinero de cualquier movimiento que él mismo realizase mientras Lo Gaiter de la Muga acometió muchos proyectos que acabaron en ruina absoluta. El pintor, de cada salida de casa prácticamente hacía un espectáculo, por otro lado el bardo ampurdanés rimando el genio causaba en la gente más cercana a su ámbito la tópica molestia de cuando el cultivo de lo ultralocal no llega (injustamente) a lo universal, como sí cosechaba su amigo.

Una cosa los unió para siempre, la fidelidad a una tierra sin sentimientos de tipo político. La reivindicación del Empordà sin divisiones comarcales, ideológicas, y casi sin banderas. Coincidieron en un localismo artístico solo posible en aquellos con amplia mirada hacia ese horizonte de cielos despejados, casi transparentes, o incluso teñidos de rojo, rasgados por los vientos menos favorables. De fondo lo más básico en ese marco que no sale de Cadaqués, el Montgrí, Les Formigues, Les Medes, L’Escala, Cap de Creus… sin dejar roca ni rincón.

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