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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Año nuevo (II): Economía y progreso

Es una realidad que la epidemia, incluido el todavía vigente ómicrom, ha afectado no sólo a nuestra salud física y mental, a nuestras formas y hábitos de vivir y convivir, a nuestros modos de ejercer nuestra profesión y trabajo, suma y sigue, tal como lo describí en mi anterior colaboración Año Nuevo, ¿vida Nueva? Sino que, además, también ha afectado directamente a nuestra economía. Una Economía Productiva y Competitiva que se ha de compaginar con una Economía Sostenible con un patrón de crecimiento que concilie el desarrollo económico con un Progreso social y ambiental; que favorezca el empleo de calidad, la igualdad de oportunidades y la cohesión social; y que garantice el respeto ambiental y el uso racional de los recursos naturales, de forma que permita satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades (Art.2 Ley de Economía Sostenible (LES), del 5 de marzo de 2011.

En nuestro caso, en nuestra Comunidad, la actividad económica básica es el turismo con sus fortalezas y debilidades. El boom turístico e inmobiliario, la década de los 70, significó un cambio radical en nuestros modos de vivir y de producir. Aparecen emprendedores que desarrollan con potencia y éxito actividades turísticas no sólo hoteleras e inmobiliarias. Se produce y un cambio sociológico de primera magnitud: las clases media. Creación de nuevos empleos, nuevas profesiones, nuevas actividades empresariales, posibilidades de acceso a ciertos niveles de bienestar….

Pero en los entornos del 2008 surge una crisis de índole básicamente financiera que se intenta superar con poderosas medidas regresivas en el gasto público. La clase media se desgaja apareciendo unos sectores medio/bajos y bajos con dificultades serias para hacer frente a sus compromisos adquiridos en tiempos de bonanza (hipotecas, créditos, niveles de vida…). El remedio nos costó a los ciudadanos 46.000 millones de euros (no recuperados) para sanear las entidades financieras.

Como respuesta a la crisis las potencias mundiales y los sectores financieros fortalecen sus posiciones de predominio económico, donde buena parte de los países hasta ahora considerados en vías de desarrollo gozan de un inusitado crecimiento. «Sin embargo, tanto en unos como en otros, la riqueza no se traduce en progreso para los pueblos. Estamos consumiendo los recursos no reciclables del planeta sin que ello genere bienestar para la presente generación ni asegure el futuro de las generaciones venideras» (Joseph Stiglitz, Premio Nobel). En los entornos del 2014 se reactiva nuestra actividad turística, convirtiéndose en una inversión muy rentable. Balears se convierte, nos convertimos, en el destino vacacional de referencia. Precios asequibles, máxima ocupación en temporada alta, conexiones aéreas privilegiadas, empleo intensivo con escasa cualificación, «máximo divertimento». Tal superactividad comenzó a entrar en crisis incluso en la temporada 2019. Reflejo la opinión de los turistas que nos visitaron en esa temporada. Especialmente los repetidores se quejaban de una excesiva masificación, las carreteras repletas, los lugares de referencia tales como las playas con «encanto» no eran accesibles. No olvidemos el crack de Thomas Cook, máxima expresión de la rentabilidad a través de la masificación y los precios.

La epidemia, y ahora el ómicron, han puesto en jaque (no necesariamente mate) nuestra actividad económica con consecuencias sociales. Si bien el Índice de Progreso Social no mide (ni pretende medir) desarrollo económico, ya que existen otros índices para eso, resulta una herramienta muy útil para ponderar el desempeño de los países en el intento por alcanzar sus metas de desarrollo social en base a su economía. Este es uno de los aportes diferenciales del Índice de Progreso Social, pues permite observar cómo algunos países altamente desarrollados fallan al producir bienestar y comprometen la sostenibilidad de su futuro. «Centrarse en el progreso social de esta manera conduce a mejores estrategias de desarrollo y genera apoyo político para los pasos controvertidos que a veces son necesarios para mejorar la prosperidad. Una medición rigurosa del desempeño social, junto con los indicadores económicos tradicionales, es fundamental para iniciar el círculo virtuoso mediante el cual el crecimiento del PBI mejora el desempeño social y ambiental para impulsar un éxito económico aún mayor. Al evitar debates limitados, como el del PBI vs. la desigualdad del ingreso, el IPS proporciona una herramienta fundamental con la cual desarrollar una agenda viable que se ocupe exactamente de eso». (M. Porter. Universidad Harvard).

Quizás más de uno puede considerarme un turismofóbico. No me considero como tal. Como prueba reproduzco literalmente unas declaraciones de Gabriel Escarrer hijo (VicePresidente Ejecutivo y CEO del Meliá International) publicadas en este mismo periódico. «El sector se enfrenta a la necesidad de transformarse si quiere mantener su liderazgo y seguir siendo competitivo en el entorno post-covid. Desde Exceltur llevamos años proclamando la necesidad de un cambio de modelo turístico (…). La pandemia ha traído profundos cambios en las tendencias y hábitos de viajes (…) Es importante aprovechar la oportunidad única que representa los Fondos Next Generation de la UE, para invertir en un nuevo modelo turístico de país (…)».

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE afirma que «la llegada de las vacunas y su avance han permitido ir viendo la luz al final del túnel (…) nuestra economía ofrece señales de recuperación (…) pese a todo, siguen planeando incertidumbres que enfrían la intensidad prevista de recuperación (…)». A.Garamendi fue la persona que en nombre de la CEOE llegó a acuerdos operativos con los representantes de los sindicatos. Me refiero a la Reforma Laboral. En mi próxima colaboración voy a intentar reflexionar sobre la citada Contrareforma de la Reforma Laboral.

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