Esta perturbadora frase la dijo Mao Zedong (o Tse Tung) y es una descarnada manera de reconocer una verdad como un castillo. Aunque Mao no pensaba en las relaciones entre sexos al acuñar esa frase, desde luego también explica las relaciones de subordinación de las mujeres por los hombres en el sistema de Poder llamado Patriarcado. Si vivimos en unas sociedades que discriminan, oprimen y explotan a las mujeres mientras privilegian en todos los órdenes a los hombres es porque la estructura social se asienta en esas bases. Y para asegurarlo, siempre, siempre, utiliza la violencia, tanta y de tantas variedades que las feministas de todo el planeta tenemos un día específico para denunciarla, el 25N.

Instituciones como la Iglesia, el sistema educativo, el judicial, los medios de comunicación y de masas, entre otros, garantizan que las mujeres acatemos nuestro papel social, y así tratar de evitar ser objeto de violencia, esa amenaza difusa y constante que nos acompaña en todas las etapas de nuestras vidas; por otro lado, están los hombres concretos que son los ejecutores del castigo en formas muy variadas: abuso, acoso, malos tratos, violación, asesinato…

Acompañando a la violencia está, inseparablemente, el miedo. Y es nuestro miedo, aprendido desde pequeñas, lo que nos separa de la experiencia vital de los niños: «No vengas tarde, no salgas sola, no dejes tu copa sin vigilancia en las discotecas, mira cómo vas vestida, mejor sé invisible» …. Nos alertan de la realidad agresiva hacia nosotras, pero no enseñan a los niños a no violentar, no acosar, no abusar, no violar. Muestran a chicos y adultos que pueden atosigarnos y aterrorizarnos, porque las consecuencias no les serán graves -eso en el caso hipotético de que la policía los atrape- y que los jueces les pondrán una pena comprensiva en el caso hipotético de que consideren los hechos como delito. Lo vemos semana tras semanas en muchas de las sentencias que dictan.

No importa qué edad tengas, en qué país y cultura hayas nacido, si eres obrera, parada o universitaria, ni en qué circunstancias se desarrolla tu vida, no depende de cada una ni de las precauciones que tomemos, esto es algo estructural. Como dicen Lastesis en una canción/himno que ha recorrido el mundo entero y que podéis ver en youtube:

«Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía

El violador eras tú

El violador eres tú

Son los pacos

Los jueces

El estado

El Presidente…»

Todo descansa en ese poder, en esa violencia y en ese miedo, porque de lo contrario, las mujeres podríamos sentirnos libres y liberadas y entonces, no asumir ni aceptar esa situación de opresión, sumisión, explotación.

Esto no va de hombres malos y agresivos en esencia contrapuestos a mujeres buenas y sumisas. Pero sí va de la llamada mayoría silenciosa, esta vez de hombres, que no agreden pero que al callar, otorgan; esos hombres que dicen no entender nuestra denuncia, nuestra lucha, que a pesar de los miles de libros publicados en que se explica detalladamente y desde todos los ángulos las causas y consecuencias del Poder patriarcal, siguen sin leerlos, son aquellos que dudan o incluso niegan que el Feminismo es la teoría política que analiza y explica el porqué de esta situación, los que comprenden a los acosadores, a los violadores, y no a las mujeres y sus ansias de libertad de movimientos.

Es muy cansino, estamos más que hartas.