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Irene Jaume

La salud mental está de moda

Si miráis los perfiles en las redes sociales de personas llamadas influencers y de mucha gente famosa podréis comprobar que la salud mental se ha convertido en uno de los temas estrella. Vaya por delante que no seré yo quien defenestre a alguien por utilizar su altavoz para emitir un mensaje concienciador, pero sí que me surgen algunas preguntas: ¿crea una conciencia real emitir estos mensajes en una red social que, precisamente, es un generador de ansiedad constante? ¿Es útil que, además, emitan estos mensajes personas que con sus publicaciones producen frustración a su público -no digo que lo hagan expresamente-, porque no se pueden permitir absolutamente nada de lo que publicitan y exponen diariamente? ¿Y es útil que quienes no nos podemos permitir nada de lo que exponen compartamos y aplaudamos este tipo de mensajes como si la publicación la hubiera hecho una persona cualquiera? Yo diría que no.

No creo que la ansiedad, los trastornos o las crisis de una persona con propiedades inmobiliarias, que lleva puestos complementos, zapatos y ropa que valen como seis meses de mi alquiler o, en definitiva, que tiene unas condiciones materiales muy favorables, sea la misma que la de mi vecina precaria o mi vecino desahuciado. Es más, creo que ponerlo en el mismo saco es banalizar de una manera perversa un problema gravísimo que tenemos como sociedad. La frase que reza que el dinero no lo soluciona todo se la inventó alguien que tenía, porque con dinero sí que podemos solucionar cosas o, como mínimo, mejorarlas.

Sí, la salud mental está de moda, pero hablar de las condiciones materiales de la población, no, y aquí creo que es donde radica el drama de la situación actual. Más inversión en sanidad, políticas de vivienda y educación públicas, más aportaciones de los que tienen más para los que tienen menos y que no se pueden permitir ir a terapia o pagarse tratamientos y más sentido de la interdependencia, entre otros, creo que ayudarían mucho más que aplaudir publicaciones efímeras y vacías de conciencia... Pero llenas de postureo.

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