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Elena Fernández-Pello

Expulsadas de las calles

Solo el 12% de vías y plazas españolas llevan nombre femenino

Daniel Oto-Peralías, profesor de Economía en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y la arquitecta Dolores Gutiérrez Mora firman el documento Ciudades con género: estudio del sesgo de género urbano a través de los nombres de las calles. En su estudio Oto-Peralías y Gutiérrez Mora recopilan datos de 15 millones de nombres de calles españolas, entre 2020 y 2021, y constatan un gran desequilibrio de género en los callejeros nacionales, hasta el punto de que en España solo el doce por ciento de las calles lleva un nombre de mujer.

En las calles y en las plazas nuevas se nos tiene más presentes y su presencia va en ascenso: si en 2020 las calles con nombre de mujer eran el 9,6 por ciento en 2021 ese porcentaje ascendió hasta el 12,1 por ciento. Pese a ello, las mujeres aún estamos en una notable desventaja en el callejero.

El estudio también revela que los municipios con una mayor presencia femenina en sus calles tienden a tener poblaciones más grandes, más educadas y más jóvenes, que en su economía tiene un gran peso el sector servicios y, en general, que en ellas la brecha de género es menor, tanto en lo laboral, como en la educación e incluso en el reparto de tareas dentro de los hogares. Antes de dar por cerradas sus conclusiones los dos autores hacen constar que «una representación más equilibrada de hombres y mujeres en el paisaje urbano parece ser un resultado deseable para las sociedades que aspiran a ser más igualitarias» y afirman que la presencia de mujeres en el callejero de una ciudad es un buen indicador de la consideración que sus habitantes tienen hacia las mujeres y de la atención que su Ayuntamiento presta a las políticas que favorecen la igualdad de géneros.

La aplicación de la ley de Memoria Histórica, con la retirada de las calles de los nombres que se asociaban a la insurrección nacional y al régimen dictatorial, ha sido motivo constante de discusión y controversia. No siempre ha sido posible llegar a un consenso sobre quién sí y quién no y la justicia ha tenido que dirimir la cuestión en más de un municipio. Esa revisión del callejero, con su mareante baile de placas y nombres, podría haber servido para dar entrada en él a mujeres que, más allá de sus inclinaciones políticas, han sobresalido a lo largo de la historia por sus valores intelectuales o humanitarios. Escritoras, científicas, pensadoras, artistas que en su día no tuvieron cabida en las calles de sus ciudades y sus pueblos y que bien se lo merecían.

Hay muchas, de sobra, pero las calles y las plazas han acabado siendo el tablero del juego de trileros en el que se ha convertido la política y en ese juego, a menudo, no hay sitio para ellas.

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