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Bernat Jofre

Sostenibilidad, higiene y ‘management’

La eliminación del servicio de habitaciones como obligatorio implica un cambio de modelo de negocio

Una camarera de piso trabajando en la habitación de un hotel. | DAVID REVENGA

La semana pasada, las principales agencias de noticias se hacían eco de una noticia ya conocida en el mundo del turismo, pero no para el gran público: la eliminación del servicio de habitaciones como servicio obligatorio por parte de una de las mayores hoteleras mundiales.

Un cierto estupor recorrió las redacciones periodísticas, así como los principales centros de poder políticos y sindicales del orbe. Es, obviamente, una estrategia de gran calado. Que más allá de la razón aducida por la empresa - la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible - implica un cambio de modelo de negocio. Nos encontramos ante lo que se llama una «SD», en terminología anglosajona. Una decisión estratégica. Con un recorrido de gran transversalidad, que no tan sólo va a atañer a las técnicas de limpieza, sino a bastantes más departamentos de la operativa.

La más evidente será la modulación según demanda - entradas y salidas - de la mano de obra. Pero no se queda aquí: desde la monitorización - e ingresos - del Food & Beverage, pasando por los gastos de tintorería, llegando finalmente al comedor. Donde podría tener una gran repercusión: el ya mencionado apartado de limpieza y reposición de sábanas y toallas es uno de los apéndices contables más onerosos de todas las funciones hoteleras. Puede ser un cambio de paradigma mucho más estudiado de lo que algunos y algunas podrían pensar.

Que nadie crea que es una decisión improvisada. De hecho, algunas competidoras de la anunciante ya ejecutaban planes similares con establecimientos piloto. Lo mismo que debió proceder la cadena protagonista: un dictamen corporativo de este calado - miles de hoteles, el impacto en la facturación puede ser elocuente - suele pasar por diversos filtros antes de ser presentado al Consejo de Administración. Por tanto, es bastante razonable pensar que se pueden haber empleado años desde su génesis intelectual hasta su aprobación. Ahora bien: también es bastante creíble pensar que el virus Sars-Cov-II puede haber acelerado ciertas determinaciones.

Debe también ponerse en contexto lo que realmente puede significar dicho fallo. Ante todo, porque las reservas no suelen superar los cinco días que la cadena norteamericana pone como máximo para no limpiar. Máxime en el sector MICE - Convenciones, Incentivos, y Encuentros Empresariales, en abreviación inglesa - , donde las empresas han acortado cada vez más la presencia de sus delegados en las ferias de sus respectivos ramos. Otra cosa podría ser en los hoteles vacacionales de destinos como Caribe o las islas del Índico, más tendentes a estadías más prolongadas. En España ya se hace extraño constatar dicho tipo de estancias: los millennials no suelen ser amigos de anclarse en un establecimiento determinado, sino que suelen desplazarse de hotel en hotel, a la búsqueda de la experiencia.

Por ahora, las grandes gestoras europeas han guardado un respetuoso silencio, mientras que diversas federaciones hoteleras han señalado su escepticismo sobre la puesta en marcha de dicho tipo de management en sus zonas. Por ahora: como en otras muchas cosas, va a decidir el cliente. Y si éste quiere pagar menos y tener la habitación poco limpia, es bastante probable que la limpieza diaria de la cámara pase a ser un extra, que no un servicio. Como mínimo, en el segmento medio-bajo. Otra cosa va a ser el Lujo o el Gran Lujo, cuya clientela y tarifas no pueden concebir estrategias realmente cercanas al low-cost.

Para acabar, es bastante chocante la razón dada para la eliminación de la higiene diaria en las habitaciones, la sostenibilidad. Cuando la Huella de Carbono que un turista berlinés desprende para ir a Mallorca y volver a su ciudad es de 0.92 toneladas de CO2. Debería contratar bastantes noches para, con los kg de CO2 ahorrados por la no limpieza de las habitaciones - entre 20 y 40, según categoría - para compensar el trayecto realizado. Claro que entraríamos de lleno en otra temática, que daría para otro artículo. Y no es otra que si el turismo es sostenible o no.

Harán bien los responsables de Turismo autonómicos en concebir una estrategia común. No ya frente a este nuevo tipo de modelo de negocio, sino si es posible su regularización. Con una premisa: no se puede ir contra el mercado. Pero se puede ayudar a que el último sea más humano.

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