La catástrofe de Sant Llorenç es una herida que aún no está cerrada. Tres años han pasado ya desde aquel fatídico 9 de octubre. Un día que quedará grabado en nuestras retinas para siempre, con unas imágenes de la fortísima tormenta que nos hicieron sentir: primero incredulidad, luego desasosiego hasta acabar comprendiendo la magnitud de la tragedia que estábamos viviendo. El resultado, amén de las cuantiosas pérdidas materiales, fue de 13 víctimas mortales.

Aunque los desastres naturales no se pueden predecir con exactitud, la lógica nos aconseja que deberíamos estar prevenidos. Si en Mallorca existen más de 70 torrentes, significa que contamos con más de 70 zonas potencialmente inundables cuando se producen lluvias torrenciales. Ante esta amenaza, es esencial una planificación previa y estar preparados para intervenir de forma diligente.

La torrentada de Sant Llorenç nos ha hecho pensar mucho, pero ¿nos ha hecho actuar? ¿Qué actuaciones se han realizado desde entonces? Poco, o nada, por desgracia.

Cuando sucedieron estos hechos, se planteó la necesidad de contar con una base permanente de la Unidad Militar de Emergencia (UME) en Mallorca, para que tuvieran capacidad de reacción y salvar vidas, ya que el tiempo en estas situaciones es oro. Esta reivindicación fue aprobada por el Parlament balear, pese al voto contrario de los nacionalistas, que tanto dicen querer esta tierra y a sus gentes. ¡Qué curioso que nunca se llegara a materializar, a pesar de que la reivindicación llegara a Cortes Generales! Y qué desgracia para Baleares que todavía hoy no contemos con una unidad militar de emergencias.

Para los que aún son incrédulos, basta mirar la gran labor que están desarrollando en la isla de La Palma. Entonces ¿por qué hay quienes los desprecian? Es incomprensible. ¿Acaso estamos a salvo de nuevas inundaciones o de incendios forestales, como el ocurrido en agosto de 2013 en la Serra de Tramuntana, que tardó 18 días en extinguirse? Ya lo dice el dicho popular, solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.

La unidad especializada en catástrofes naturales ha intervenido en 13 ocasiones en nuestra tierra: 11 por incendios forestales y 2 por inundaciones. Y, a pesar de ello, los partidos nacionalistas en lugar de valorar la inestimable ayuda y protección, solo pueden ver la UME como un escollo para su tan ansiada independencia, dando igual si se pierden vidas por el camino. Todo un despropósito.

Porque, aquí, en la isla de la calma, deben pensar que nunca pasa nada. Pero resulta que siempre pasa algo. La insularidad nos tiene alejados de la península y esta distancia se hace enorme ante catástrofes de grandes magnitudes, cuando la ayuda se retrasa. Señores, cuando el helicóptero del presidente del Gobierno llega mucho antes que toda la ayuda que necesitamos, hay algo que falla estrepitosamente.

Nos encontramos que ni los gobiernos de aquí ni el de allá, han hecho nada para paliar la situación. O, peor, si piensan que todo está solucionado. ¿Qué acciones concretas ha llevado a cabo el Ministerio de Transición Ecológica en el Llevant de Mallorca? ¿Y qué medidas han adoptado el Govern de Armengol o el Consell preside Cladera para evitar situaciones similares? Las obras antitorrentadas no han comenzado todavía ni se prevé a corto plazo y el Plan de Gestión de Riesgo de Inundaciones está en fase inicial. Uno paralizado por el gobierno del otro y todos de brazos cruzados, esperando que no llueva mucho.

El peligro existe, lo vimos hace unos días con las últimas inundaciones en Santanyí, Pollença y Alcúdia, por el paso de una Dana. No se ha cambiado nada en los cauces de los torrentes del Llevant, es decir, que siguen siendo una bomba de relojería.

Se trata de aprender de lo ocurrido, de modo que lo que se hizo mal, no se repita en el futuro. Señores, hay que centrarse en lo importante ¿cuántas vidas se habrían salvado con una actuación más rápida de los servicios de emergencias (UME)? No toca lamentarse, pero sí evitar que se cumpla de nuevo el refrán: «el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra».