Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carmen Martínez-Fortún

El punto y el agua de Vichy

He vuelto al punto después de veinte años. Tejía mucho de joven. Luego lo dejé por un impulso como dejé de fumar de golpe, presa de aborrecimiento súbito. Igual me ocurrió con las gominolas y con los calamares en su tinta. Tras el atracón, repulsión. Con el punto me sobrevino la aversión tras un jersey negro oversize, lana muy fina y agujas mínimas. Me deshice de todo, así que no conservo en mi casa de hoy ni un vestigio de mi afición de ayer. Y he buscado hasta en el trastero, donde de aquella época feliz solo he hallado una caja repleta de diademas. Como han vuelto me las he probado pero o mi cara no es la misma o las diademas de ahora no son las de antes. Al menos las puedo legar a mis hijas.

El caso es que ni rastro de la bolsa de labores ni una aguja, nada, así que he tenido que hacer un pequeño gasto. Tenía miedo de no acordarme aunque según la amable señorita de la tienda de lanas es como la bicicleta que nunca se olvida. Con razón. Empecé el viernes y hasta sé reducir, aumentar, hacer cadeneta y volver a echar los puntos, mas como tenía dudas he acudido a internet. Y ahí he descubierto que el punto es lo más. Corrige la artritis, cura la depresión, baja la tensión, combate el alzheimer y enseña matemáticas. Vaya, que donde yo y tantas señoras como yo pensábamos que solo había un entretenimiento o una tarea útil lo que se haya es el bálsamo de Fierabrás, que si lo hubiera conocido Don Quijote pronto se hubiera aficionado él a los libros de caballerías. Es como el agua de Vichy, que volví a consumir este verano al encontrarla en el minibar de un hotel y que tanto me recuerda mi infancia pues le encantaba a mi padre. Resulta que dicha agua mejora el metabolismo de los lípidos, reduce los niveles de glucosa y disminuye el riesgo de padecer enfermedades metabólicas crónicas. Todo un hallazgo.

Así que aquí me encuentro a un paso de la dicha. Haga como yo, amigo lector. Olvídese de la luz, la mascarilla y hasta del volcán. Pues el bienestar es algo tan a mano como hacer calceta y beber agua mineral con gas.

Compartir el artículo

stats