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Bernat Jofre

2021: una temporada para olvidar

Revisar las estadísticas hoteleras puede producir este año un cierto vértigo. Sobre todo si son las que han facilitado las diferentes asociaciones de la isla. En una temporada que, siendo sinceros, no ha tenido ni 90 días. Pero sobre todo, el dato que más debería hacer reflexionar ha sido el percentil de establecimientos cerrados desde noviembre del 2019 hasta día de hoy. Tanto por número absoluto como por el número de plazas que el último dato ha implicado. Que aproximadamente el 10% de la planta hotelera - 12% de las plazas - no haya estado en el mercado en ningún momento durante año y medio debería hacer reflexionar a más de uno.

Pese a las noticias que se han estado publicando estas últimas semanas, la temporada turística es para olvidar. A pesar del optimismo que desde esferas oficiales se ha querido transmitir, las ocupaciones máximas se han dado durante quince días escasos: a mediados de julio y primera semana de agosto, exactamente. Por «máximas» se entiende un 65%-70% de plazas ocupadas sobre las disponibles, que no sobre las reales. Porque si los datos se basaran en el último «ítem», la cifra bajaría enormemente. Más vale no fustigarse con la cifra exacta. Y hay quien lo considera «una buena temporada». Pero es que los datos de mayo y buena parte de junio no invitaron para nada al optimismo: hasta la segunda quincena de junio no hubo más hoteles abiertos que cerrados. Si nos centramos en los dos primeros meses de temporada real, lo mejor será no comentar el porcentaje de plazas ocupadas sobre potenciales.

Pero lo más trágico de la situación no es lo anteriormente expuesto, sino cómo se han tenido que vender dichas unidades de negocio. Sus precios. El chantaje emocional y financiero al cual han sido sometidos bastantes hoteleros por parte de no pocos - ha habido honrosas excepciones, justo es reconocerlo - operadores. Los cuales, por cierto, no se encuentran mucho mejor que los hoteleros mallorquines, siendo llanos. Como trasfondo, el peligro de quiebra técnica de la mayor corporación turística europea, situación frecuentemente comentada en los principales despachos del sector. Por lo anterior, no es nada descabellado aventurar que este año las rentabilidades - único reflejo de si un año ha sido «bueno», «excelente» o «malo»- conseguidas no serán nada esperanzadoras. Sin tener una bola de cristal, es muy posible que se pase del -70/65% de EBITDA del año 2020 al -35/30% del 2021. Quien haya abierto ambos años, dicho sea de paso. Ahora bien, dichas cifras van por segmentos y localizaciones. Como norma general, los grandes beneficiados del Sars-Cov-II han sido el sector del lujo, el rural y el vacacional de prestigio. Los cuales han visto remontar su facturación casi en tres dígitos porcentuales. Tan sólo ha sido necesario ir a la zona de aviación comercial de Son Sant Joan para corroborarlo. O consultar los precios de amarre en cualquier puerto deportivo de la comunidad. En algunos casos, más caros que una noche en un hotel de cuatro estrellas. Con desayuno.

Con los últimos datos podríamos empezar otro artículo, que no es hacia dónde se puede encaminar el turismo en Mallorca. Lo que nos llevaría a la tantas veces apartada reflexión de si podemos seguir con los mismos actores, productos y calidades. A su vez llegaríamos a otra espinosa cuestión, y es la de si de verdad van a ayudar las administraciones públicas al empresariado facilitando para los edificios obsoletos los cambios de uso. No han sido pocos los Ayuntamientos los que han querido adquirir un hotel para hacer vivienda (muy loable, nada que objetar )... al precio que les ha dictado el secretario municipal, no su valor objetivo. Curiosa manera de entender la economía de mercado. Yerran según qué colectivos de culpables cuando se quejan de que el hotelero no colabora en los tan necesarios esponjados de las zonas maduras. Una cosa es colaborar con la comunidad y otra muy diferente regalar las propiedades. Deberían los políticos de este país pensar seriamente sobre ello. ¿Esponjamiento? Por supuesto. Todo el mundo es consciente de su necesidad. Pero teniendo en cuenta que lo que se quiere suprimir son negocios. Que mal que bien, tienen una tasación. Si no, se corre el riesgo de que los mejores compradores puedan ser los fondos buitre. Y se pierda una oportunidad real - otra - de crear vivienda asequible o industrias alternativas en zonas maduras.

Por tanto, y volviendo a la temporada 2021, irá por zonas y segmentos su duración. Hasta la temporada 2019, las zonas hoteleras más lejanas a Palma solían cerrar a mediados de octubre. No así en Playa de Palma, Sòller, Palma Ciudad e Illetes, que solían quedar con una parte - no todos, ciertamente - de sus activos abiertos buena parte de la temporada. Este año, hay mucha incertidumbre. Se intuye que los establecimientos de mayor categoría van a permanecer abiertos todo el año. Pero también que la orden de clausurar la operatividad del resto no se va dar hasta mediados de septiembre, como norma general. Es muy posible que la evolución de la pandemia, los resultados de las elecciones legislativas alemanas y la climatología influyan bastante en según qué decisiones.

Otro concepto del cual se va a hablar - de hecho, ya se está haciendo - es el de las ventas de activos . Tan sólo una reflexión: es bastante contradictorio el observar cómo según qué prensa jalea como si fuera una victoria la venta de un hotelero local a un fondo internacional. Mucho me parece que este mismo tipo de periodismo va a añorar - más pronto que tarde, por cierto - a la antigua clase empresarial mallorquina. Cuando observe cómo se las gastan los emisarios de determinados fondos asiáticos.

En resumen: una temporada irregular. Mejor que la esperada en mayo, por ejemplo. Pero peor que la que teníamos en mente en enero. Se han sacado bastantes lecciones, eso es verdad. Una de ellas, a saber huir de los triunfalismos ajenos que no generan en modo alguno valor añadido. Ya se sabía, pero lamentablemente, se ha vuelto a corroborar.

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