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Alex Volney

Cantos de serinus

Cantos de serinus

Y volvieron a casa. Y se instalaron en una mata no demasiado alta. Este animalillo de vuelo mariposeante y en exhibición. La hembra verde grisáceo y el macho verde amarillento. Pico corto semiesférico. Sí, lo habían visto muchas veces pero con las prisas quizás no han observado esta pequeña maravilla en su jardín o muy cerca. Con ese canto tan peculiar, ese reclamo al vuelo «gyrlitt» que los alemanes aprovecharon para darle nombre: girlitz. En portugués serino, en italiano vercellino y en francés serin cini. En inglés solo serin y en euskera txirrisquilla. Nuestro gafarró o verdecillo. Sedentario y muy común en Mallorca y Pitiüses. Inexplicablemente ausente en Menorca. Es la misma especie de los canarios domésticos pero en estado salvaje, una subespecie distinta. Suele vivir en pinares y sobretodo cultivos con frutales o viñas. Como buen fringílido come semillas pero también brotes verdes y en verano bastantes insectos. Su canto es inconfundible y en su máximo nivel de excitación llega a un prolongado «cheii» que lo distingue de otras avecillas.

Cría de abril a julio en dos nidadas casi siempre. La hembra construye su nido escrupulosamente con raíces, musgo y cañitas vegetales. Lo tiempos están cambiando y hoy se apañan con todo. En la foto pueden ver plumas de ave de corral o hilos de los últimos disfraces de los más pequeños de la casa. Algunas veces incluyen telarañas. La puesta es de tres a cuatro huevos a no mucha altura, entre dos y cuatro metros. Son comunes en zonas de cultivos o residenciales ajardinadas. Sus primos de las Islas Canarias fueron los que marcaron los inicios de la canaricultura. Serinus, del francés serin por transformación del latín citrinus que se refiere a «el color del limón» aunque también pudiera ser del latín siren, «sirena». Aquí ya entraría la riqueza de su encantador canto o lo desconcertante de su vuelo primaveral en impúdica demostración de celo.

Pocas cosas han sido positivas en este último año y muchas recuperaciones como esta y algún incremento en las poblaciones de algunas especies que nos confirman la importancia del efecto de nuestra omnipresencia a lo largo y ancho de la isla.

Después de oscurecer el día y de obrarse la tormenta, el viento despejando el cielo fuerza el correteo de las nubes, el sol vuelve a calentar la mojada tierra y sobre nuestras cabezas y con descaro estas criaturas recitan sus poemas sin vergüenza, mientras un año más nos va pasando la vida sin apenas poner atención en ello. La destrucción sigue su curso, la naturaleza también. Vacunados contra la estupidez humana lo han hecho. Sí, han vuelto y como estos de la foto, los libreros también y con las obras que nos siguen permitiendo el poder interpretar las cosas de este mundo o a nosotros mismos, que sabemos que no sabemos nada, pero volvemos puntualmente al placebo de los libros.

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