Hace poco más de una semana conmemoramos el Día de la Atención Primaria y aunque se celebra anualmente, considero más necesario que nunca destacar el papel de la puerta de entrada asistencial del sistema sanitario y, en especial, el de los trabajadores que lo componen. 

Tras un año de pandemia de coronavirus, que ha ocasionado la crisis sanitaria más grave del último siglo, y que ha supuesto una lección de reacción, de adaptación, de organización y de esfuerzo por parte de los profesionales asistenciales que tenemos la suerte de tener en nuestras islas, solo queda dar las gracias. 

Nadie debería dudar de la importancia de la Atención Primaria, y nunca puede desvirtuarla o alejarla de la realidad. Nuestro deber, nuestra obligación como representantes públicos debe ser el de cuidar, defender y valorar el papel que tiene dentro del Sistema de Salud. Para ello sólo hay un único camino: el de la inversión pública. 

Las necesidades de las personas van más allá de la enfermedad que padecen o el tratamiento asistencial que se les asigna. Así quedó reflejado en 1978 en la Declaración de Alma-Ata, en 2008 en el Informe sobre la salud en el mundo, de la Organización Mundial de la Salud, y ahora en el marco estratégico consensuado en el Consejo Interterritorial de nuestro país. Desde luego, invertir en Atención Primaria es sinónimo de progreso sanitario, de mejora asistencial y de garantía del Sistema de Salud. Las administraciones públicas han de ser conscientes.

Invertir en Atención Primaria es sinónimo de progreso sanitario, de mejora asistencial y de garantía del Sistema de Salud

Resulta interesante exponer algunas de las labores que realizan los profesionales de Atención Primaria, aspectos que a veces parecen obvios, pero que pueden llegar a ser complejos: ayudar a la adopción de estilos de vida saludables, atender al paciente desde la proximidad y la proactividad, actuando siempre desde el conocimiento y la evidencia. 

Los profesionales médicos de la Atención Primaria, antes de tratar a un paciente, recorren un camino de 10 largos años de formación; las enfermeras especialistas en familia y comunidad lo recorren durante 6 años. Toda formación de un profesional asistencial es continua, ya que se sigue forjando a lo largo del tiempo con el único objetivo de ofrecer los mejores recursos a los pacientes. 

No hay duda de que, en los hospitales, llenos también de excelentes profesionales, se resuelven las situaciones más graves y complicadas de los procesos relacionados con cualquier enfermedad. Por su parte, Atención Primaria es capaz de resolver el 80% de los problemas de salud de la población. E insisto: además Atención Primaria cumple con la función de la promoción la salud, desde que una persona se inicia en su etapa educativa, hasta la edad adulta, con el objetivo de que la persona no enferme. 

Dentro de la Atención Primaria, las enfermeras ejercer una función indispensable. Especialmente en aquello relacionado con la atención a la infancia y adolescencia, con el cuidado de las personas de avanzada edad, con la realización de múltiples técnicas, con las visitas domiciliarias para evitar desplazamientos de los más frágiles y vulnerables, con la salud comunitaria y con el soporte a colegios y residencias.

Una Sanidad Pública de calidad sin la Atención Primaria es incomprensible. De la misma forma, no se entiende la Atención Primaria sin las enfermeras, figura importante por su gran nivel de competencia y profesionalidad. Por ello, los países que cuentan con sistemas de salud avanzados, aumentan el número de enfermeras en la Atención Primaria, dando así respuestas a las necesidades sanitarias que requiera la población.

Ni gestores, ni políticos, ni nadie puede olvidar o cuestionar la importancia de la Primaria. Cuando existe un médico y una enfermera de familia en la vida de un ciudadano, mejora su salud. Es por ello que la Atención Primaria está en el eje de la Estrategia de Salud de Baleares desde 2015.