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Alex Volney

Como la cuchara de plata

Como la cuchara de plata

En el mismo punto donde Eneas baja a los infiernos en la Eneida, encontrándose con esas sombras que para los romanos eran a la vez almas de los que ya vivieron y también las de los que un día nacerán, todo junto y todo revuelto. En ese mismo punto se encuentran las plataformas digitales en su aparición y en algunos casos fugaz desaparición. En su aparición e inminente consolidación que no se llega a terciar. Todo muy verde y todo aún por definir o por configurar y que hasta que los editores clave, los independientes que son todavía fieles al tejido del sector no den un paso y mientras no se definan o secunden los cambios abiertamente, esos tanteos seguirán nutriendo una ya crónica incertidumbre.

Del Sant Jordi confinado del 2020 surgieron muchas y nuevas propuestas, unas se van ratificando en el tiempo, mientras otras, de poca o nula consistencia, se van descartando solas. El punto álgido de unos cuantos vendedores de humo contrasta con la clara definición de vuelta de los editores que han ido esperando con estoica paciencia y han retenido lo imposible hasta estos días para, al fin, dar rienda suelta a su línea de novedades para la próxima jornada del 23 de abril. Con armadura oxidada o sin ella el caballero vuelve a la liza y fiel a la contienda no deja indiferente a nadie a su paso. En Barcelona los libreros saldrán tres días a la calle atendiendo así, la ciudad condal, a su espíritu más centralista. Siempre que Sant Jordi cae en viernes es conocido el subidón y el oxígeno que cogen las librerías de la Costa Brava o de fuera de Barcelona en general. La lucha por el espacio y por el tiempo que encarna viejos tics de nuestro mercado librero. No pocos vaticinaban la total desaparición del formato en papel cuando nuestro objeto de deseo es como la cuchara de plata, la rueda o las tijeras y no tendrá nada fácil su extinción. Vean el nuevo bookxample de Barcelona sumando a nuevas librerías esta misma semana. Un sector en eterno movimiento con sus cierres y despidos que derivan hoy en nuevas e interesantes aventuras.

Las nuevas tecnologías, la eterna pregunta. Vienen a facilitar, a reestructurar o a racionalizar el sector. Tendrá, siempre lo han tenido; y cada vez más, mucha más relevancia la calidad de vida en lo social y en lo laboral, los derechos laborales que van siempre adjuntos al consumo de manera clara. El taylorismo puso la puntilla en el aumento de la producción precisamente optando por el llamado «milagro americano» que no es otra cosa que poner en marcha ese espacio de viabilidad que hizo posible la adquisición de un automóvil nuevo, por poner solo un ejemplo, por los miembros de la misma mano de obra que constituían su propia cadena de producción. Hoy escritores, editores y libreros siguen orbitando en eterno movimiento, la trayectoria del cual sigue siendo una incógnita. También los índices de lectura y los porcentajes de facturación y ventas en el sector del libro son proporcionales a la calidad de vida y a los derechos laborales que disfrutan o padecen las sociedades. En latitudes más al norte para nada son más civilizados y cultos como siempre se nos ha querido hacer creer una y otra vez, pero sí han ido despojándose claramente de ciertos yugos y disfrutan de modelos en lo social y político que tienen mucho más en cuenta los derechos y responsabilidades de las personas que afectan directamente a la consolidación del respeto a la libertad individual. Sin libertad individual no hay lectura y solo se practica el gregarismo en todos sus matices. Más tiempo libre, más lectura y más cultura. Más conocimiento y automáticamente más criterio democrático que consolida el hábito de escucharse a uno mismo para poder escuchar luego a los demás y que ante el espejo artístico derive en pintura, en música o en literatura por poner solo tres ejemplos. En el pasado confinamiento ¿quién no se ha escuchado o mirado en su interior rebuscando o releyendo alguna obra o reencontrando alguna melodía? Los libros como objetos de memoria son canciones cosidas y encuadernadas, acotadas en el espacio para ser libres en el tiempo que eternamente se contrae y se dilata en función de cada época y el correspondiente anhelo de sus gentes. Umberto Eco lo dejó todo dicho: «Muchas invenciones de nuestro tiempo son la concretización de sueños muy antiguos».

Como la cuchara de plata

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