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José Francisco Conrado de Villalonga

El golpe aristofánico de Iglesias

La convocatoria de elecciones a la Comunidad de Madrid ha colocado en pie de guerra a los políticos evidenciando, una vez más, el nivel intelectual en este país, escasa altura ética y cultural. El insulto, la descalificación, las amenazas es lo que anuncian, no hablan de programas de gobierno. En esta baja pelotera destaca como siempre Pablo Iglesias, que no es capaz de disimular, aunque lo intenta, su odio a todo lo que no sea su «democrático comunismo» (autentico oxímoron). Todo lo que no coincide con su propósito expropiatorio es para él puro fascismo. Ahora ha anunciado que se presenta a las elecciones madrileñas y que no parará hasta meter en la cárcel a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad, considerada por los madrileños como una nueva «Agustina de Aragón». Está dando la cara al ineficiente social-populismo del Gobierno central, se ha plantado, Ayuso, ante la política económica de tierra arrasada del gobierno de Sánchez y ha permitido con medidas proporcionadas que las empresas de su territorio y el empleo no se vayan totalmente al traste, como en otras regiones. El semanario británico The Economist elogia en su último número a la presidenta Ayuso y la destaca como la oponente más visible a Sánchez. Dice que su política de impuestos bajos ha contribuido a que Madrid tenga uno de los crecimientos económicos más rápidos. Es envidiada por los empresarios de otras comunidades.

Iglesias, vicepresidente del Gobierno para «Derechos sociales y Agenda 2030» -nadie sabe de qué se trata eso-, ha demostrado que se puede ser ministro sin hacer nada. Por su irrelevancia en el Ejecutivo, es el político que sale peor valorado en todas las encuestas, hasta el punto de que se le considera, en los mentideros, amortizado. Por ello busca ahora empleo en la Comunidad de Madrid. Se podría decir que ha dado, con su decisión de trasladarse a la Comunidad, un golpe «aristofánico». Aristófanes, comediógrafo ateniense, (404 a de C.), el mejor representante de la farsa griega antigua, se caracterizó por su sátira y libre crítica sobre la sociedad y la política de entonces. Leyendo a Aristófanes uno se puede hacer una idea de los problemas políticos de Atenas en el S. IV antes de C., parecidos a los actuales, la historia siempre se repite. En su crítica a la obra de Eurípides, Helena, representa a un incompetente Menelao, falto de talla, héroe trágico, convertido con el tiempo en una figura cómica que llama a la puerta de Prometeo (entiéndase en el caso de Pablo, a la puerta de la Comunidad) para pedir ayuda sin recibir respuesta. Hoy no sabemos si las puertas del Palacio de la Puerta de Sol se abrirán para Iglesias, como no se abrieron, en su día a Menelao.

Su señora esposa, Montero, colocada como ministra de Igualdad - ¿en qué democracia occidental se admitiría un caso tan flagrante de nepotismo?-, tampoco se ha destacado por hacer algo útil y si decir alguna atrocidad, como, por ejemplo, según se le atribuye…, «pegar un tiro en la nuca» es un «acto de ejercicio de libertad», pero, al mismo tiempo, considera que reírse de su relación con Iglesias es un delito. Su única aportación en el ministerio es un proyecto de ley sobre la libre elección del sexo, a los diez y seis años, sin informes previos y sin autorización de los padres, bastará con ir al registro y cambiárselo y volver a cambiar en cualquier momento a voluntad, ¿esto es progresismo…? Mientras, sus amigos iraníes han ahorcado a un ciudadano por ser gay. También ha hecho, Montero, un nombramiento de prestigio, a su niñera le ha otorgado categoría de Secretaria de Estado. Llegaron al Gobierno el vicepresidente y la ministra, que podría ser considerada como una Helena actual, (origen y causa de la guerra de Troya), diciendo que iban a acabar con los privilegios de «la casta política» y el resultado, hasta hoy, ha sido que se han montado en un «casoplón» en Galapagar, con dos sueldazos, y protegidos por la Guardia Civil, cuyos miembros suelen percibir un salario más bien modesto, pero esto les debe de dar igual. Disfrutando de ese ‘estatus’ consideran imprescindible, ambos -comprensible-, que hay que controlar la información que dan los medios de comunicación, por si esa información, pudiese afectar a su prestigio personal. ¡Claro! Ante todo ello está claro que Aristófanes podría reescribir una nueva comedia inspirada en la humorada grotesca que está viviendo el país en estas elecciones.

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