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Miguel Vicents

El niño que no veía la pizarra

Sucede muy raras veces. Pero cuando ocurre es como si el muro que separa a los políticos de los ciudadanos nunca hubiera existido, como si esa pared de desafección que se levanta cada vez que un representante público prefiere el enfrentamiento al acuerdo se esfumara de repente.

El 23 de diciembre, el senador mallorquín Vicenç Vidal, de Més per Mallorca, subió a la tribuna de la cámara alta para responder a Lorena Roldán, de Ciudadanos. Podría haberle replicado con el argumentario al uso, el que los políticos entienden que mejor fija la posición del partido que representan durante un debate, pero prefirió contarle una historia, la historia del niño que no veía la pizarra, ocurrida en una clase de un colegio de Mallorca hace 40 años. Explicó a la senadora de Ciudadanos que ese niño tenía una discapacidad visual grave. Pero que su profesor no se dejó vencer por aquella dificultad y consiguió hacer magia para que pudiera superar esa barrera, en unos años en que ni los alumnos ni los docentes contaban con los recursos actuales y en los que la educación inclusiva sencillamente no existía. Aquel profesor llegó incluso a aprender el alfabeto braille por si su alumno perdía definitivamente la visión. Y con su esfuerzo y el apoyo del resto de compañeros de clase, aquel niño progresó. Y continuó haciéndolo años después, terminando la educación superior, con el apoyo de otros docentes y otros compañeros que aquel niño no olvidará mientras viva. Ese niño que no veía la pizarra se llama Vicenç Vidal y su alegato en favor de la educación inclusiva, de la no segregación de alumnos, recibió un aplauso de la cámara y abrió los ojos a muchos sobre una realidad que merece soluciones y muchos más medios.

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