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Miguel Vicents

Vía libre

Miguel Vicens

La odisea de Ricardo Darín

Del gran drama colectivo que supuso para Argentina la gran crisis de diciembre de 2001 y la restricción a la libre disposición de dinero en efectivo, el célebre corralito que tantas vidas arruinó, el cineasta Sebastián Borensztein ha hecho una película deliciosa que llena cines, divierte al público y concluye cada proyección con un gran aplauso. La odisea de los giles es la última de Ricardo Darín, pero es a la vez mucho más: una cinta que aborda triunfo y derrota, alegría y tragedia, drama y comedia como solo la historia argentina es capaz de hilvanar sin interludios. Pero tampoco es solo una historia local, de un país, de un momento histórico. Aborda la peripecia de un grupo de ciudadanos sencillos, confiados, pacíficos, que creen a pies juntillas que nadie actúa de mala fe y que no es posible que alguien pretenda engañarles. Ellos son los giles, los inocentes, los incautos, según vocablo de uso en Argentina y Uruguay, los parias que nunca pensaron que aquello iba a ocurrirles. Hasta que sucede. Y entonces la pequeña historia se convierte en universal. Y la tragedia de ese grupo heterogéneo se torna disparatada y trepidante venganza, con los mejores insultos y maldiciones que se han escuchado en el cine en mucho tiempo. Decíamos que La odisea de los giles no es solo la última de Darín porque quien le da réplica es un Luis Brandoni genial hasta el último plano. Y porque la obra es una adaptación del texto que ganó el Premio Alfaguara en 2016, La noche de Ursina, de Eduardo Sacheri, autor a su vez de la novela y el guión de la aclamada El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella. No se la pierdan, aunque solo sea para volver a compartir una película en una sala de cine llena.

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