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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Cachitos contra los microplásticos

La palabra del año 2018 en el idioma español es tan insulsa que no ha despertado ni una centésima parte del interés que mereció el bikini de Nochevieja de Cristina Pedroche

Feliz año nuevo. Nuevo. Cuesta decirlo cuando nos acabamos de embarcar en el mismo debate del año pasado sobre si el vestido de las campanadas de Cristina Pedroche es muy feminista porque enseña todo lo que a su dueña le da la gana, o si no es nada feminista porque enseña todo lo que a sus jefes les interesa para ganar audiencia televisiva. Las dos Españas enfrentadas en 2019 sobre los floripondios que adornaban la anatomía de la presentadora resultan muy 2018, un calendario periclitado aunque no tanto como la entidad encargada de escoger la palabra castellana del año recién agotado: microplásticos. Dicen que es un término que denota el auge de la conciencia ecologista, pero para mí que hay lizas que en los doce meses precedentes han dado mucho más juego verbal, como las sostenida contra el machismo o por la independencia.

Aunque quién sabe si son augures. El año 2017 coronó el término aporofobia, el odio al pobre, un sentimiento que la emergente ultraderecha está poniendo de rabiosa actualidad como una reacción natural del ser humano. Mientras por aquí buscamos palabras que no molesten demasiado, los angloparlantes destacaron sucesivamente los vocablos feminismo y tóxico como los más representativos de 2017 y 2018. No me extraña que dominen el mundo porque saben escuchar. Por aquí no es que no hablemos claro, es que nos dejamos llevar por extrañas corrientes de opinión y acabamos parlamentando de los microplásticos de Pedroche cuando no pasamos ni un segundo en la cadena que los sufragó.

Estábamos, una Nochevieja más, entretenidos en La 2 con el especial de Cachitos de hierro y cromo, el espacio que hilvana retales de actuaciones musicales y les arrea unos rótulos descacharrantes. Resulta la elección lógica que hacemos quienes ya no podemos salir después de las uvas, sufrimos nostalgia aguda de las canciones del pasado y hemos hecho voto de evitar programas del tipo gala con público y presentadores pedroches. El Cachitos de este año, igual que el del pasado, ha superado todos los estándares de ingenio, surrealismo y sentido del humor. Hubo para todos los gustos, sin concesiones a la chabacanería y con guiños a la actualidad. Bajo la actuación ronca de Bárbara Rey: "Los que esperáis chistes sobre el apellido de Bárbara seguro que luego sois unos agarraos pa' la fianza". En la de Bertín Osborne un simple "La Vox". Salomé cantaba sobre un rótulo que afirmaba que hablaba "más idiomas que Puigdemont", y al rato aparecía otro que lamentaba: "Se ha hablado muy poco del papel de Loco Mía en la lucha contra el calentamiento global", bajo el grupo de los abanicos. La mala leche no respetaba ideologías, y bajo el retazo de Ana Belén y Víctor Manuel cantando La puerta de Alcalá aparecía "Ana Belén, siempre junto a Cayo Lara". "Battiato, el Franco bueno", o en la actuación de Shakira "su integración en la cultura española ya es total, ya tiene su propio juicio por fraude fiscal" fueron otras ocurrencias de los guionistas de Cachitos, que en la interpretación de El pantalón de Conchita Bautista rotularon "Como diría Abascal, otra vez el feminismo radical". Un festival de risas recibido con fervor en las redes sociales. Ojalá que el éxito no se lleve a los guionistas de Cachitos a los canales contaminados de microplásticos.

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