Diario de Mallorca

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El cinismo es un recurso intelectual que se aplica cuando todos los demás argumentos al alcance de la mano han desaparecido ya. Viene a ser una especie de derecho al pataleo a merced de los desesperados. Pero el cinismo exige tener un mínimo de talento porque, de lo contrario, se convierte en propuesta patética que empeora aún más la situación. Maestros del cinismo y del sarcasmo -otra variante del desespero- como Oscar Wilde elevaron tales sutilezas a la cumbre del pensamiento porque no les quedaba otro remedio y gracias a que disponían de talento de sobras. Pero cuando personajillos de la talla intelectual de Pedro Sánchez y Pablo Casado felicitan a Manuel Marchena al haberse negado éste a seguir en el apaño del pacto PP-PSOE en el que nunca debió el juez meterse lo que consiguen es que cunda la vergüenza ajena, eso que antes llamábamos alipori.

Aún más patético es que socialistas y populares intenten convencernos ahora de que lo que quieren es un poder judicial independiente y libre, justo lo contrario de lo que el portavoz del PP, Cosidó, en el Senado proclamaba al presumir en un mensaje en las redes sociales de tener atado y bien atado al Tribunal Supremo. Vale que todo ese disparate comenzó cuando, estando Felipe González en el gobierno, se forzó la Constitución para que los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) fuesen elegidos "entre" y no "por" los jueces. Se ha recordado no poco con motivo del episodio vergonzante de este último pacto político ahora fallido que Alfonso Guerra presumió en aquella ocasión de que Montesquieu quedaba enterrado. Pero se ve que su cadáver, como el de Franco, se resiste a permanecer en la tumba. Porque con la renuncia de Marchena ahora resulta que tanto socialistas como populares proclaman a grandes voces que hay que volver al espíritu de la Carta Magna por lo que hace a la designación de los miembros del CGPJ.

Para lograrlo es necesario reformar las leyes en un sentido bien difícil de alcanzar con el abanico parlamentario actual. Si el gobierno interino del que gozamos (perdón por otra ironía menor) es incapaz siquiera de presentar el borrador de la ley de los presupuestos generales del Estado, ¿cómo iba a poder meterse en el pantano de la elección de los vocales que controlan el poder judicial? Pero Casado va y se suma a la propuesta de Ciudadanos de volver al modelo antiguo, en el que los jueces elegían a los doce vocales del CGPJ que la Constitución dice que deben elegir. Por su parte, Sánchez va y declara que se tambalea su vocación de terminar la legislatura como sea, aunque ni siquiera menciona el fracaso del pacto judicial para justificar su desamparo. Cinismo, en suma, de uno y otro pero con un grado de talento que no llega ni al de las tortugas ninja. Dicen que el resultado de las elecciones andaluzas hará que se olvide este traspiés. Y si no, a esperar al próximo Barça-Real Madrid.

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