Tres corredoras nacidas en Etiopía se jugaban el orden de las medallas en la última de las 25 vueltas del 10.000. Solo una sigue representando a su país, Letesenbet Gidey, la plusmarquista de la especialidad. Kalkidan Gezahegne corre ahora con la camiseta de Bahrein y Sifan Hassan con Países Bajos. 

La holandesa tenía en la última jornada en el estadio una cuenta pendiente con Gidey y otra con su orgullo como atleta en su inédito desafío. Había fallado en su segundo intento para conseguir tres oros en Tokio, en 1.500, 5.000 y 10.000, tras el tercer lugar en 1.500, en el que pareció agotada. 

Pero quedaba el 10.000 y la oportunidad de hacer sonar el himno de su país de acogida cuando era todavía una menor. Su difícil apuesta se basaba en parte en la confianza que le daba esta temporada su récord universal de 10.000 en Hengelo. Pero no habían pasado 72 horas cuando Gidey corrió más rápido que Hassan y la plusmarca regresó a Etiopía.

Seguramente Gidey siguió atentamente la carrera que los ugandeses plantearon en 5.000 para deshacerse de rematadores como el murciano Mo Katir durante la Diamond League. Cheptegei ganó pero tenía a Kiplimo de escudero para avivar el ritmo. Esta vez, la etíope no podía contar con las dos etíopes de origen y emigrantes por necesidad, si quería ayuda para plantear una carrera rápida. Lo necesitaba. Tanto que invitó un par de veces a que Hassan tomara el relevo al frente del grupo, pero la holandesa se hacía la sueca. Hassan iba pegada a la plusmarquista como una lapa e ignoró olímpicamente los gestos de su rival. Sabía que no le sobraban fuerzas tras unas semifinal y final de 5.000 y tres carreras de 1.500, con finales explosivos. Cuando sonó la campana y Gidey hizo su último cambio, Hassan se igualó por la calle dos y esperó hasta la última curva para ampliar la zancada de gacela y ganar su segundo título en Tokio. Gezahegne rebasó sin problemas a una hundida Gidey y se llevó la plata al Golfo. 

La holandesa necesitó atención médica al finalizar, aparentemente deshidratada, antes de subir al podio junto a sus dos ex-compatriotas y llorar sin lágrimas.

El piropo de Lewis

"Enhorabuena Allyson, nunca te vi tan bien como en tus 35. Que carrera tan alucinante e inspiradora la tuya. Ahora tes espera el relevo", tuiteó Carl Lewis a Allyson Felix 12 horas antes de la final de los relevos largos. Un detalle que la californiana devolvió con una posta impecable antes de echar el cierre al estadio. 

Felix, con su sexta medalla de oro con el cuarteto estadounidense, suma once en total, una más que el excitado Lewis con los éxitos de la carismática angelina, con más metales que ninguna otra atleta en este deporte. Y sin despeinarse. El dominio apabullante de Estados Unidos en el relevo 4x400 contó con las vallistas Sydney McLaughlin y Dalilah Muhammad, cerrando con Athing Mu, la ganadora del 800 en la última posta, con cuatro segundos de ventaja para acabar con 3.16.85, en relevo más rápido desde 1993.

El éxito de Felix y del cuarteto largo masculino salvó la cuenta de resultados de los estadounidenses, primeros en el medallero con 7 oros y 26 metales a falta del maratón masculino que cierra este domingo los Juegos, un balance escaso si se descuenta la mermada participación del atletismo ruso.