Pues yo soy más de brillo que de mate en televisión. Ahora que 'El cielo puede esperar', en #0, ha virado del primero al segundo, percibo como si se le hubiese acabado la chispa. Sostienen quienes defienden el mate que los programas ganan en sofisticación. Y ahí están 'Salvados', 'Tabú', 'Scott & Milá' o 'Página 2' como tres ejemplos bien variopintos para demostrarlo.

Sin embargo, a la televisión el brillo le aporta cercanía, viveza y verosimilitud. No podríamos imaginarnos 'First Dates', 'Master Chef' o 'La isla de las tentaciones' en mate.

El caso de 'El cielo puede esperar' es muy revelador acerca de esta cuestión que planteamos. Cuando en la primera tanda los protagonistas fueron Ana Belén o El Gran Wyoming, todo asemejaba a uno de esos shows que se desarrolla en directo. Ahora que el brillo de la fotografía ha tornado en mate, tanto las entregas con Cristina Pedroche como con Estopa o incluso con María Teresa Campos parecían programas atemporales, de esos a los que se puede echar mano de archivo con la naturalidad con la que se reponen los Cuando ya no esté de Iñaki Gabilondo.

Es extraño que una casa como #0 donde han optado por que toda la comedia que se grabe en plató lo haga en brillo ('Ilustres ignorantes', 'Loco mundo', 'Cero en Historia', 'Dar cera, pulir #0', 'Las que faltaban') hayan decidido pasar 'El cielo puede esperar' al mate. Pero ellos sabrán.

Al programa 'Late Motiv', intencionadamente, no lo he citado. Porque en un alarde de ir más lejos todavía, se graba y emite en una textura fotográfica que ni es brillo ni es mate, sino todo lo contrario. Que da, como resultado, un preciosismo difícil de superar. Aunque en televisión, yo prefiera el brillo del directo sin filtros, como el que nos regala La Sexta durante toda la jornada.