Sabrosa reliquia: Carlos Tena y Àngel Casas, entrevistando para 'Popgrama' (TVE) a Bob Marley en Eivissa, en el verano de 1978, cuando su 'Is this love' causaba estragos. Lo asaltan cordialmente tras verle bajar del DC-9 de Iberia, tocado por su sombrero del país dogón. Lo acompañan luego a la entrada de la plaza de toros donde iba a ofrecer su primer concierto en España (que no único, como se dice a veces, ya que dos años después cantó en Barcelona y en Madrid) y se sientan al fin con él en los peldaños de un portal.

Casi nada ahí guarda un parecido mediano con el 'modus operandi' actual: el acceso a la brava a la pista del aeropuerto, la aparente ausencia de filtros entre el artista y la prensa, la estrella pop sin discurso promocional memorizado, expresándose primero con vaguedades somnolientas ("rastafari", "positive") y metiéndose luego en el jardín de simpatizar con el último emperador etíope, Haile Selassie. La pareja le interroga sobre el intento de asesinato de un par de años atrás, al que Marley quita hierro viniendo a decir que en su cabeza ese episodio no existe. Diálogo cazado al vuelo, imperfecto, con titubeos lingüísticos (una traductora les asiste en un par de momentos), pero de una creíble vivacidad, poco maleado por los códigos audiovisuales que estaban por venir.

Carlos Tena fue de los que se inventaron lo de ejercer de periodista musical pop, y por ello tuvo que afrontar las dificultades de abrir camino, pero disfrutó de todo un terreno de juego virgen en el que explayarse y disfrutar. Observando su sentido del humor y su sano gamberrismo, todo apunta a que se lo pasó bastante bien en aquellos años en que los artistas famosos no se movían tan envueltos en nubes de asistentes y jefes de prensa como ahora, y que podían conceder una entrevista en medio de una gira internacional de conciertos, práctica actualmente muy poco común.

La plaza de toros de Eivissa ya no existe (aunque en su lugar hay unos agradables Jardins de Bob Marley que evocan aquella velada), y nos dejaron tanto Àngel Casas como Carlos Tena. También Moncho Alpuente, José María Íñigo y Constantino Romero. Los artistas perdieron su inocencia, aprendiendo a desconfiar de los medios y a no necesitar tanto de ellos. Y los periodistas musicales bregamos entre 'influencers', 'tiktokers' y el diálogo directo de los creadores con sus seguidores, sin intermediarios. Es otro mundo, pero de nosotros depende que el camino trazado por pioneros como Tena pase a engrosar el futurible listado de simpáticas profesiones extinguidas.