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'Reality show'

"Levanta el culo y trabaja": Kim Kardashian alecciona en su nuevo 'reality' sobre cómo triunfar en la era digital

La 'influencer' y su familia fueron pioneras en entender que la economía digital pasaba por llamar la atención, construir una marca personal y monetizar cualquier aspecto de la vida | Ahora darán lecciones de este infierno laboral en su nuevo 'reality' en Disney+

Kim Kardashian.

Las Kardashian han vuelto a la televisión. El nuevo 'reality', cuyo primer episodio está disponible en Disney+, presenta una faceta más comedida de la familia de la que mostró 'Keeping Up With the Kardashians', el programa original que las hizo saltar a la fama. Esta vez ya no hay peleas físicas, ni prisión por conducir borrachas, ni 'sex-tapes'.

En 'Las Kardashian', título del nuevo artefacto, asistimos a un espectáculo que, a pesar de que sigue usando los dramas familiares como eje vertebrador –ahí está, si no, la presentación del nuevo novio de Kim, el cómico Pete Davidson, sincronizando relojes con el estreno del programa –, intenta convencer a la audiencia de que las hermanas son el arquetipo de la 'girlboss', la mujer emprendedora que, con esfuerzo y de la nada, ha llegado a la cima. 

Así lo afirma Hulu, la cadena productora, certificando que el 'reality' se centra en "la gigantesca presión que implica gestionar negocios de miles de millones de dólares" y "la vida bajo los focos". Dos aspectos íntimamente ligados en la construcción del imperio Kardashian, ya que fueron pioneras precisamente en lo que se ha convertido en 'modus operandi' del éxito en la economía digital: saber llamar la atención, monetizar cualquier aspecto de la vida y convertirte en tu propio publicista, capaz de crear una marca de negocio basada en ti mismo.  

"Su negocio es vivir"

Para el periodista Juan Sanguino, esto se reduce en que "su negocio es vivir". Es decir, la sociedad actual ha pasado de monetizar lo que un artista hace a lo que un artista es. "Cuando consumes a las Kardashian, no consumes su obra, sino a ellas". Su contenido es, literalmente, su vida.

Así pues, considera que este clan televisivo es el máximo exponente de un sistema económico que no pone límites a lo que es monetizable. Algo que, según Silvia Lorente –periodista y "fan acérrima del 'klan' Kardashian-Jenner", como ella misma se define–, achaca a la cultura y sociedades estadounidenses, cuyo arraigadísimo capitalismo se basa en la máxima de que hay pocos límites si se trata de ganar dinero.

Mil millones de dólares alcanza su fortuna, según 'Forbes'

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Aun así, las Kardashian no han inventado nada. El culto a las 'celebrities' ha existido siempre, y se ha ido magnificando a medida que eran más visibles para el público, ya sea con la invención del cine, el 'boom' de los paparazzi o la exposición en las redes sociales.

Incluso, según Lorente, este autobombo que tanto se ha recriminado a las Kardashian es algo cuyo crédito difícilmente se les puede adjudicar: "Siempre ha existido, incluso en cosas tan básicas como cuando tus vecinos te enseñaban las diapositivas de su viaje a Egipto, que se hacían para presumir", bromea la periodista. Sin embargo, sostiene la tesis de que ellas han logrado magnificar estas mismas pretensiones, alcanzando a millones de personas. 

Las Kardashian, por lo tanto, aunque han contribuido a potenciar la industria de la autopromoción, no son las únicas causantes del paroxismo actual. Ellas solo son un engranaje (muy visible) de un sistema que premia la autexplotación y del que "todos participamos", advierte Sanguino. "Existe la falsa ilusión de que todos podemos ser 'influencers'. Y que, si no lo haces, es por falta de esfuerzo. Así que sigues intentándolo más, autoexplotándote más", alerta.

Obviamente, cuando una industria promete que la puerta del éxito es fácil de cruzar, "es normal que muchos lo intenten". Además, es difícil salir del círculo vicioso: a la que recibimos atención o reconocimiento, nuestras pilas se recargan y seguimos atrapados en esta rueda. "Es la neoliberalización de los seres humanos", concluye Sanguino. "Cada persona se explota a sí misma con el objetivo de convertirse en una marca atractiva. Y como hay mucha gente que lo ha conseguido, son constantemente imitadas". Al final, sencillamente se trata de una apuesta laboral a favor de un hipotético éxito, donde, a menudo, lo que se da a cambio es la salud mental, el tiempo libre y la sobrecarga de trabajo. 

300 millones de seguidores tiene Kim en Instagram

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Fetiches de la prensa económica

La prensa también ha trabajado duro para popularizar esta cultura del esfuerzo adaptada a los canales del siglo XXI. Por ejemplo, que 'Forbes' coronase a Kyle como la milmillonaria hecha a sí misma más joven del mundo no hace más que alimentar esta rueda diabólica. La familia Kardashian no surge de la nada, sino que son 'socialites' ricas y mediáticas. Aun así, como han tenido que luchar contra una opinión pública que constantemente las menospreciaba ("y siempre en términos patriarcales", matiza Lorente), sienten que su millonario imperio es, actualmente, fruto de un esfuerzo equiparable al de empezar de la nada. "Se ha generado una ficción en torno a las Kardashian", apunta Sanguino, "y ellas han acabado creyendo" falsamente que lo suyo es pura meritocracia. 

"Tengo el mejor consejo para las mujeres en el mundo laboral. Levanta el culo y trabaja. Parece que nadie quiere trabajar hoy en día", dijo Kim días atrás en la revista 'Variety', alimentando esa percepción de que la falta de éxito es correlativa a la falta de esfuerzo y abriendo la veda también a que salieran un puñado de extrabajadoras acusándola de explotación.  

1.300 millones de usuarios suma la audiencia digital del clan

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Así que podría decirse que las Kardashian se han convertido en algo parecido a unas embajadoras eficaces y hasta cooperadoras necesarias en esta cultura laboral que se alimenta de consumir personas hasta quemarlas, como mantiene la periodista Anne Helen Petersen en su 'best-seller' 'No puedo más'. 

Sanguino cita, como una consecuencia visible de ello, la normalización del fenómeno Onlyfans, plataforma en la que se vende toda la intimidad–y sexualidad– de una persona que usa su propio cuerpo y personalidad como marca y reclamo comercial. Al igual que, también, se podrían mencionar las decenas y decenas de 'streamers' en Twitch, como ElXokas, que presumen de dedicar jornadas de más de 14 horas a su trabajo, sin tener tiempo ni tan siquiera para cocinar o comer dignamente. La era 'influencer' parece ser un sinónimo de la era de la autoexplotación.

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