Itinerario, paso a paso:

Desde el Coll de Sóller, caminamos por la carretera en dirección a Sóller un centenar de metros. Un poco después del último restaurante, que queda a nuestra izquierda y que toma el nombre de Can Topa, cuyas casas también quedan a la izquierda, un poco más abajo, encontramos dos barreras metálicas en el margen derecho de la carretera (39º 43’ 52.20’’N / 2º 43’ 21,54’’E). La barrera que debemos franquear es la primera según llegamos (en la imagen, de color verde), la que da acceso a Can Llorenç de sa Vinya. En cuanto dejamos atrás la casa, un caminito se orienta a la derecha, pasa por debajo del tendido eléctrico y va en busca de una higuera y una barrera de madera. Continuamos con tendencia a la derecha, subiendo marjades, hasta que salvamos una alambrada por un hueco y torcemos 90 grados. A una treintena de metros podremos encontrar una senda señalizada con hitos y puntos y flechas de color rojo. Para no desorientarnos en el encinar, nos pegaremos a la peña rocosa que pronto tendremos a nuestra derecha. En poco más de quince minutos desde la salida del Coll de Sóller el caminito se incrusta en las peñas y desemboca en el Pas d’en Topa.

 

EL PAS D’EN TOPA

Reconoceremos este paso que nos permitirá acceder al comellar des Diables por un cable al que nos sujetaremos para superar la pendiente y evitar accidentes. Este tramo, un escalón natural en cornisa que sube diagonalmente, requiere la máxima precaución, sobre todo en días ventosos. Una mala ráfaga podría tener consecuencias fatales. Desde lo alto de la peña obtenemos una espectacular panorámica de Can Topa, cuyas casas aparecen diminutas, del Teix (1.062 m.), justo enfrente, y un poco más a la derecha, del Puig des Vent (1.004 metros) y la Serra des Boixos. Según salimos del Pas d’en Topa, giramos a la izquierda y tomamos un antiguo camino con muros de contención que bordea la vaguada. Esta zona, conocida con el nombre de comellar des Diables, está expuesta a los fuertes vientos que azotan la Serra d’Alfàbia, por lo que resulta fácil topar con árboles caídos. Nuestro camino pasa junto a un rotlle de sitja con barraca y diez minutos después cruza un torrente para situarse al otro lado de la ladera. El sendero se desdibuja y se orienta hacia el sur unos minutos, para tomar la dirección norte de nuevo. Después de pasar bajo el tendido eléctrico y superar un roquedal marcado con hitos, alcanzamos la carretera que sube de la carretera del Coll de Sóller en dirección a los repetidores de la cima de Alfàbia, próximo destino de esta ruta. Podemos recuperar fuerzas.

Nos despedimos del tramo más confuso de este itinerario, que nos brinda ahora la oportunidad de caminar por un terreno más cómodo pero menos interesante. La carretera pasa junto a un aljibe y deja a mano izquierda una pista. Después de veinticinco minutos de andar por carretera y dos pronunciadas curvas, torcemos a la derecha para coger una pista amplia en sentido ascendente. Tras dejar atrás una gran roca con una hiedra –la peña queda a nuestra derecha–, llegamos a una bifurcación. Rechazamos el camino de la izquierda –que nos llevaría de nuevo a la carretera– y seguimos por el de la derecha, en el mismo sentido de la marcha. Orientada hacia el sur, la pista dibuja un giro a la izquierda, cambiando a orientación norte. Un poco más adelante debemos abandonar nuestra pista por la izquierda y enlazar con otra (ver imagen) que sube en fuerte pendiente. La pista gana altura rápidamente y la respiración, según el nivel físico, puede entrecortarse. Pasamos por un pequeño pinar y alcanzamos un llano, ya cerca de los repetidores de telefonía. Para coronar el espolón sur de la Serra d’Alfàbia (39º 43’ 59,48’’N / 2º 43’ 0,34’’E) tendremos que salir de la pista por la izquierda y superar el último tramo rocoso.

UN TRÁGICO EPISODIO AÉREO

La Serra d’Alfàbia, que toma el nombre de la possessió bunyolina de Alfàbia aunque pertenece a Sóller, es conocida por sus caminos (se puede acceder no sólo desde el Coll de Sóller, también desde Biniaraix, por el Barranc y els Cornadors; desde Cúber; desde Orient, por el Pas de na Maria; y desde Sóller, por s’Arrom), sus antenas –visibles desde Palma– y sus fuertes vientos. Precisamente es en lo alto de esta sierra donde se alcanzan las rachas de viento más fuertes de la isla. La panorámica es incomparable. Como ocurrió durante décadas en el techo de Mallorca, la Serra d’Alfàbia acumula una cantidad importante de desechos. Bidones, viejas antenas, escombros, latas y equipamientos inservibles se amontonan en los alrededores de los repetidores. Esperamos impacientes la limpieza de este lugar, como sucedió hace unos años en el Puig Major, cuya vertiente norte se había convertido en un auténtico almacén de

chatarra.

Si caminamos unos metros desde la garita de Ibanat hacia el segundo grupo de antenas, observaremos, a la izquierda de la carretera, un ala de avión. Lleva ahí desde el 2 de mayo de 1959, cuando un avión austriaco que había despegado del aeródromo de Son Bonet se estrelló en la cara sur de la Serra de Alfàbia. Murieron sus tres tripulantes y los dos pasajeros que se dirigían a Múnich. El accidente provocó “un espectáculo sobrecogedor”, como puede leerse en la crónica de aquel suceso recogido por DIARIO de MALLORCA: “En lo más alto del pico y en la explanada que existe frente a la estación radiotelegráfica se veían esparcidos gran extensión de restos triturados y calcinados del aparato (un bimotor DC-3 perteneciente a la compañía Austria-Flugdients que realizaba el primer vuelo a Mallorca como prueba y estudio para el establecimiento de un servicio regular), humeantes muchos de ellos. Poco más lejos, se hallaban los cadáveres destrozados de los desgraciados ocupantes del avión”.

Una vez visitada la cumbre sur de la Serra d’Alfàbia, regresaremos al llano que conocimos al término de la ascensión. Situados de espaldas a los dos grupos de antenas, iniciaremos el descenso hacia Orient, que está señalizado con

fites. El sendero salva un paso rocoso dominado por el carrizo y enlaza más abajo (unos 10 minutos después) con un camino definido que se orienta al coll d’Honor. Nuestra ruta se adentra en un bosque espeso y nos brinda las primeras vistas sobre el valle de Orient. Veinte minutos después de iniciar la bajada, el camino enlaza con una pista: seguimos hacia la derecha, siempre en descenso. En un pla que antiguamente fue utilizado por carboneros y otras gentes de la montaña, encontramos un generador –junto a un rotlle–, seguramente destinado a la extracción de agua. Franqueamos una pared seca y llegamos a un cruce de caminos: ambos conducen a la carretera Bunyola-Orient, cerca del punto kilométrico 7’900. En dirección a Orient, la carretera pasa junto a Son Perot (km 8’400) y dos curvas después deja a la derecha el camino del Salt des Freu y el torrente de Coanegra, que nos llevaría hasta Santa Maria. Tras dejar atrás Son Nico (km 8’600), observamos a la izquierda las casas de Son Pujol, con sus tres encinas en la entrada y su típica fachada mallorquina. En pocos minutos damos por finalizada la excursión en el pintoresco pueblecito de Orient, donde no nos costará encontrar mesa en la que recargar energías frente a un plato de bona cuina mallorquina.

Foto y textos: Gabi Rodas