Hoy, tristeza. Mucha tristeza. Las bombas caen sobre Kyiv. Cientos de inocentes mueren. Cuando parecía imposible una guerra en Europa, vuelve a estar aquí. Una nueva regresión. Los humanos hacemos como los cangrejos, un paso hacia adelante y veinte hacia atrás. No aprendemos de la historia: en la guerra la única que gana, es la propia guerra. Me temo que Putin no ha asimilado la historia y tiene el poder que dan las armas y los ejércitos. ¡Pobres ucranianos! Su defensa heroica les enaltece.

Para aligerar un poco el día, he decidido ponerme a cocinar recordando al gran poeta Friedrich Hölderlin: ‘No hay nada más noble que un corazón joven que cuida de la llama bienhechora y prepara los alimentos como lo hace la madre naturaleza’. Cocinar es uno de los actos humanos menos agresivos que existen. Cocinar es un acto positivo, un acto de amor. Ahora, pienso, que justo en estos momentos en muchísimas casas de Ucrania se está cocinado. Seguramente están cocinado con lo que pueden y como pueden. Yo, en cambio, para mi receta dispongo de todos los ingredientes que necesito. Pero, éste va a ser un acto de comunión con ellos, con todos los corazones jóvenes de Ucrania que cuidan de la llama bienhechora y que están, ahora, preparando los alimentos como los hace la madre naturaleza.

Voy a hacer un plato de invierno, un ‘Guiso de salchichas con repollo’. Los ingredientes para cuatro personas son: cuatro salchichas de calidad, medio repollo, medio pimiento rojo, un pimento verde, media cebolla morada, dos sofritos, una patata mediana, tres dientes de ajo, perejil, cilantro, aceite de oliva, agua, un chorrito de jérez seco, cúrcuma, tikka masala, hierbas provenzales y pimienta negra recién molida, y sal. Empezamos cortado el repollo, lo salamos y removemos con las manos un buen rato `para que vaya soltando su agua, y lo reservamos en la nevera veinticuatro horas (el repollo se fermentará un poco y dará un gusto especial al plato). Esto lo hice ayer. Ahora, en una cazuela, primero frío en el aceite (tres cucharadas generosas) una cucharada de café de cúrcuma, otra de tikka masala y un poco de hierbas provenzales, y sin dejar que se quemen sofrío en este aceite todas las verduras cortadas a dados (mirepoix). Una vez estén pochadas, les agrego las salchichas cortadas en cuatro trozos y echo el jérez.

Pasado unos minutos, agrego el repollo, la patata chascada a trozos y salpimiento a gusto. Luego, lo cubro todo con agua y lo guiso a fuego lento. Veinte minutos más tarde, agrego el ajo, el cilantro y perejil machacados en el mortero y con diez minutos más, el guiso está a punto para comerse. Yo lo suelo acompañar con arroz en blanco.

Ayer, terminé una novela excepcional. Se trata de ‘El señor Wilder y yo’ de Jonathan Coe. A Coe, le sigo desde el principio, desde la maravillosa ‘¡Menudo Reparto!

Ésta de ahora, empieza suave: incluso parece como anecdótica. ¡Hay que ser un lector paciente! No sabes si es a Coe al que estás leyendo, te da la sensación qué estás ante un texto superficial, pero de repente la historia da un vuelco excepcional y se convierte en una gran novela. ¡No se la pierdan! 

Esta noche me comeré el guiso junto con unos amigos pensando en Ucrania y sus gentes. Brindaremos por ellos, para que se acabe cuanto antes esta barbarie de guerra.