Después de casi dos semanas en las que la magia de la Navidad se ha apoderado de nosotros las fiestas más especiales del año llegan a su fin; y lo hacen con un broche de oro como pocos, la llegada de sus majestades los Reyes Magos de Oriente. Y con ellos, un manjar como es el roscón, que se ha convertido en una tradición asentada en buena parte de los hogares españoles, que principalmente los días 5 y 6 de enero meriendan, desayunan e incluso cenan (en ocasiones) este dulce tan delicioso que consigue que empecemos el año con muy buen sabor de boca.

Un placer gastronómico en forma de toroide que nos acompaña desde siempre y que cada vez cuenta con más variantes. Sin relleno o con nata, trufa, chocolate, crema o incluso turrón, con fruta escarchada o sin ella, con ese inconfundible toque de anís... un trozo de roscón, un chocolate caliente y buena compañía. No se le puede pedir más al final de la Navidad.

Pero, ¿sabes cuál es el origen del roscón o cuáles eran los ingredientes de este delicioso bollo en su origen?

Este dulce que asociamos irremediablemente a Melchor, Gaspar y Baltasar tiene su origen en una fiesta pagana, como muchas de las celebraciones religiosas que nada tiene que ver con el nacimiento de Jesús o la llegada de sus majestades a Belén. Es necesario adentrarse en la historia, hasta el S. II a.C., en el que a mediados del mes de diciembre se celebraban "las saturnales", fiestas en las que los romanos homenajeaban a Saturno - dios de la agricultura y las cosechas - y celebraban el final de la temporada agraria.

Para esta celebración se preparaba una torta a base de miel, con higos, dátiles y frutos secos, la elaboración de esta torta se realizaba año tras año, hasta convertirse en el dulce más popular de "la fiesta de los esclavos", como se solía llamar coloquialmente a esta celebración. Más tarde se añadiría el haba, como símbolo de fertilidad y buena fortuna para aquel que la encontrara en su porción.

Con la imposición del cristianismo en el imperio romano, las fiestas paganas comenzaron a desaparecer. Las que consiguieron perdurar, como la torta con el haba, se transformaron y evolucionaron, adquiriendo la forma del roscón de reyes actual.

De aquí se da un salto hasta el siglo XVIII, en el que un cocinero que buscaba contentar al pequeño rey Luis XV, introdujo una moneda de oro. La moneda a partir de este momento se popularizó por encima del haba. En España, fue Felipe V quien trajo la moda de introducir una moneda en el roscón, que con el paso de los años pasaría a ser una figura de cerámica, y daría una connotación negativa al haba.

La receta original no llevaba fruta escarchada, se trataba de un bollo seco espolvoreado con azúcar. El uso de la nata en el roscón se popularizó en la década de los 60. Ahora es el favorito de España, al menos el 80% de los roscones consumidos en esta época son de esta variedad, más de 28 millones al año.

Los españoles exportaron el roscón de reyes a los países iberoamericanos, siendo especialmente popular en México y Colombia. También existen versiones de este postre en otros países de Europa, que se comen en fechas parecidas.