Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Rescate cinéfilo

Seijun Suzuki: los yakuzas pop que arrebataron a Tarantino

Filmin recupera una docena de películas del visionario director japonés que dinamitó el cine de gánsteres

Los gánsteres ’supercool’ de ’Tokyo drifter’, de Seijun Suzuki. Filmin

La lista de cineastas de serie B de los que puede decirse que han ejercido influencia en la obra de Quentin Tarantino es tan larga que casi ha dejado de ser un mérito aparecer en ella. Algo más reducida (pero igualmente generosa) es la nómina de directores a los que el autor de ‘Pulp fiction’ ha homenajeado de forma explícita y reconocida en alguna de sus películas. Y, entre ellos, hay un grupo ‘premium’ de realizadores a los que Tarantino ha vuelto una y otra vez en busca de inspiración. El japonés Seijun Suzuki (1923-2017) es uno de estos últimos. Ahora, con motivo del centenario de su nacimiento, la plataforma Filmin ha recuperado, en versiones remasterizadas, una docena de títulos de este prolífico y visionario cineasta que desde la serie B dinamitó todas las reglas del cine de gánsteres nipón (‘yakuza eiga’) y recibió un severo castigo por ello.

Nacido en Tokio el 24 de mayo de 1923, Suzuki tenía 20 años cuando fue reclutado por el ejército imperial durante la segunda guerra mundial. La experiencia bélica, en la que la muerte podía presentarse en medio de las situaciones más ridículas, modeló su visión del mundo, mezcla de fatalismo y sentido del absurdo. Acabada la contienda, aprendió el oficio de hacer películas trabajando como ayudante de dirección en los estudios Shochiku y de ahí pasó a Nikkatsu, donde se especializó en facturar filmes de temática violenta y bajo presupuesto rodados en tres semanas.

Delirio pop art

El estilo subversivo de Seijun Suzuki empezó a perfilarse con nitidez en ‘Youth of the beast’ (1963), una explosiva historia de rivalidad entre grupos yakuzas en la que el director impone ya su narrativa dislocada, su alucinante paleta de colores combinada con imágenes en blanco y negro y su gusto por las escenas de acción pasadísimas de vueltas. A partir de ahí, el cine de Suzuki se desencadena y entra en una espiral de experimentación formal, delirio pop art y nihilismo ‘cool’ que lo mismo sirve para relatar los avatares de un combativo grupo de prostitutas en el Tokio de posguerra (‘Gate of flesh’, 1964) que para documentar la huida de dos hermanos perseguidos por un clan yakuza en el Japón rural de los años 20 (‘The white tiger tattoo’, también conocida como ‘Tattoed life’, 1965).

Seijun Suzuki. EPC

La escena final de esta última película, un combate rodado a través de un suelo de cristal transparente, fue directamente saqueada por Quentin Tarantino en ‘Kill Bill Vol. 1’. A los directivos de Nikkatsu, sin embargo, el filme les hizo más bien poca gracia y acusaron a Suzuki de haber ido “demasiado lejos” en sus delirios visuales y en su cada vez más acusada despreocupación por la continuidad de la trama. Para aplacarlos, el director les prometió que se enmendaría en su siguiente proyecto. Y les entregó ‘Tokyo drifter’ (1966).

La película favorita de NWR

No cuesta mucho entender por qué el danés Nicolas Winding Refn asegura que esta es una de sus películas favoritas de todos los tiempos: estética desquiciada, caos narrativo, escenografías estilizadísimas, interpretaciones brechtianas, tiroteos imposibles, pictóricos estallidos de color y neones luminosos, todo al servicio de una historia mínima protagonizada por un ex gánster imposiblemente ‘cool’ que viste trajes azul celeste y zapatos blancos y se enfrenta al peligro silbando un blues.

Mientras sus jefes aún estaban tratando de digerir ‘Tokyo drifter’, Seijun Suzuki elevó la apuesta con ‘Branded to kill’ (1967), un ‘thriller’ en blanco y negro en el que confluyen la improvisación jazzística, la parodia bondiana, el teatro Kabuki y la estética pop art para conectar con las vanguardias cinematográficas de la época. La película gira en torno a un sicario altamente imaginativo y paranoico al que persigue un asesino fantasmal y que se excita sexualmente con el olor del arroz recién hervido (personaje interpretado por Joe Shishido, actor fetiche de Suzuki, un tipo con unos carrillos de volumen descomunal obtenidos gracias a la cirujía).

De Jarmusch a Wong Kar-wai

En las últimas décadas, ‘Branded to kill’ ha sido elogiada y citada como fuente de inspiración por directores como Takeshi Kitano, John Woo, Wong Kar-wai, Park Chan-wook, el mencionado Tarantino y Jim Jarmusch, que en ‘Ghost Dog, el camino del samurái’ (1999) reprodujo una de las escenas más demenciales de la película, aquella en la que el protagonista dispara a un tipo a través de la tubería de desagüe de un lavabo (Jarmusch viajó a Japón para enseñarle su filme a Suzuki antes de estrenarlo).

Una imagen de 'Branded to kill'. Filmin

De nuevo, los responsables de Nikkatsu estaban lejos de compartir todo ese entusiasmo. De hecho, consideraron que ‘Branded to kill’ era una película “incomprensible” y anticomercial y procedieron a despedir a su autor poniendo fin a 12 años de relación contractual. Suzuki demandó a la compañía y, aunque ganó el caso, fue condenado al ostracismo por la industria, que no le permitió poner en pie ningún proyecto durante una década larga.

Homenaje a Sarasate

Después de ganarse la vida escribiendo guiones y dirigiendo anuncios y capítulos de series de televisión, volvió al cine y en 1980 realizó ‘Zigeunerweisen’, un extraño drama psicológico de época inspirado en una pieza del violinista navarro Pablo de Sarasate. Cuando los exhibidores japoneses se negaron a proyectar la película, Suzuki y el productor Genjiro Arato hicieron construir una carpa móvil para organizar sesiones por todo el país. El tiempo, una vez más, les dio la razón. Al final de la década, una votación de los críticos distinguió a ‘Zigeunerweisen’ como el mejor filme japonés de los años 80.

Seijun Suzuki falleció el 13 de febrero de 2017 de una enfermedad pulmonar. Desde entonces, su obra no ha dejado de generar adhesiones fanáticas. El ciclo que ahora propone Filmin es una oportunidad inmejorable para descubrir a un cineasta libre que inventó una caligrafía propia con el único propósito de “mantener al público entretenido”.

Compartir el artículo

stats